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Un ilustrado de la época de Carlos III, Juan Sempere y Guarinos, en su Historia del luxo (1788) trazó un esbozo histórico de los usos suntuarios y, a través de ellos, de las costumbres, deteniéndose en particular en su propio tiempo y en los siglos precedentes. El objetivo de su obra, una apología ilustrada del lujo, era defender en el plano económico y justificar en el orden moral el consumo suntuario. Se trataba de presentar el lujo, por una parte, como un estímulo para la economía y un mecanismo de redistribución de las riquezas, que los gobiernos no debían prohibir, sino en todo caso encauzar hacia las manufacturas nacionales. Por otra, de considerarlo un signo positivo de civilización, presente en mayor o menor medida en la historia de todas las sociedades avanzadas y moralmente justificado, siempre que estuviera contenido dentro de ciertos límites. Se oponía así a la postura tradicional de los moralistas, que relacionaban el lujo con la corrupción moral y denunciaban las costumbres de su tiempo, contraponiéndolas a la supuesta
austeridad del pasado. Sempere era consciente de vivir en una época de
transformaciones en la sociedad española, que afectaban a los más diversos aspectos de la vida cotidiana, y comprendió que esos cambios resultaban enjuiciados de muy distintas formas dependiendo de la condición social, sistema de valores y hábitos del observador. Así pues, captó, desde su particular posición de ilustrado reformista, las dificultades de realizar una estimación
acerca de las costumbres, tanto en el pasado como en su propio tiempo.
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