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Historia oral... debe ser analizada como un material de trabajo en un
soporte que, cada día más, habremos de asumir como complementario (y no
opuesto) al estudio libresco. Si este material es de altísimo nivel en tratamiento de
la historia oral, quizá los documentos visuales y audiovisuales podrían haber sido
mejorados; dicho en otros términos, quizá nuestras autoridades y nuestra legislación
podrían plantearse mayor generosidad para con el uso de materiales de archivo
audiovisual que no tienen por objeto el lucro y la promoción, sino la investi-gación. Sea como fuere, alguien ha de poseer el arrojo de enfrentarse a los nuevos
medios de la historia, con rigor, confrontación, espíritu científico y sin cede a esa
pseudohistoria que nos invade: gestada por periodistas, presentista, pretenciosa,
donde la voz del testigo es pasto de una voz que se quiere extrahistórica y que es,
tristemente, la más miope de nuestro universo globalizado. Nosotros no formamos
parte de la francoalemana ARTE ni tenemos el historial de la BBC ni de la RAI.
Que los historiadores, cuyo predicamento en España dista de ser destacado ante
la opinión pública, asuman este riesgo es esperanzador. Tiempo habrá de discutir
de las opciones, de los usos. Mas ese debate es intelectual; el otro tiene un cariz
diferente. Historia oral del sindicalismo socialista es, en este sentido, un ejercicio de
salubridad pública.
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