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Las observaciones que siguen sólo desean presentar unas pocas sugerencias, procedentes del estudio de los libros de una personalidad admirable que por desgracia ya no está entre nosotros, pues fue víctima en plena madurez de una gravísima enfermedad. Nos referimos a un escritor no europeo, Edward W. Said (Jerusalén, 1935 - Nueva York, 2003), cuya mirada ofrece el enriquecedor testimonio de raíces y tradiciones diversas, la oriental y la occidental, pues en rigor y desde el nacimiento él hubo de considerarse tanto un árabe como un angloamericano. Su cuestionada identidad y su permanente sensación de estar 'fuera de lugar', viviendo desde la infancia fuera de su tierra natal le provocaron un hondo desarraigo, un vacío peculiar. Esta irrestañable sensación de exilio, tan común por desgracia en nuestro tiempo, sigue siendo .trágica todavía para muchos de sus compatriotas, para tantos palestinos, expulsados de sus hogares por quienes acababan de ser víctimas de un atroz genocidio. La dolorosa y liberadora extraterritorialidad desde la que Said escribía quizá pueda ayudamos a percibir dimensiones y genealogías en la construcción de lo que consideramos 'nuestro', esto es, lo supuestamente 'europeo', ya que no es casual que, quizá por la desazón que nos producen, las tendamos a olvidar. En todo caso, ésta es la propuesta de lectura que brindamos como un intento de compartir enseñanzas que han alterado nuestra propia manera de entendemos. The aim of the follow ing observations is simply to present a few suggestions derived from the study of the works of an admirable figure whose life was sadly cut short by serious illness. A non-European writer, the insighcs of Edward W. Said (Jerusalem, 1935- New York, 2003), provide us with an enriching testimony of diverse Eastem and che Western roocs and craditions. Strictly speaking, he was forced to consider himself both Arab and Anglo-American from birth. His questioned identity and the permanent feeling of being 'out of place', having lived away from his native land since childhood, caused him to feel . deeply cut off from his roots and experience, a strange void in his life. This irremediable feeling of exile, unfortunately so widespread nowadays, is still a tragic feeling for many of his compatriots, che vast number of Palestinians expelled from their homes by those who had so recemly been the victims of an appalling genocide. The painful but liberating extraterritorialiry from tvhich Said wrote may hclp us appreciare certain dimensions and genealogies present in rhe construction of what we consider as ;'ours', rhat is, what is supposedly 'European', sincc it is no coincidence that we tend ro forger them, perhaps because they make us feel uneasy. In aU events, this proposal is suggesred as an attempt to share le..¿;sons that have altcred the way we understand ourselves.
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