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The aim of this study is to state a development of the figure of the musician in Ludwig Tiecks literary work and to show that this evolution and the value awarded to music can be representative of the continuous changing process of German Romanticism.
This study is justified by the new status that music acquires in this period due to a deep change in the philosophic and aesthetic system - the mimetic aesthetic is substituted by an expressive one that provokes a change not only in the value awarded to the different arts, but also in the relation between them: music displaces poetry and painting and reaches the peak of the pyramid of the arts. Therefore music and the figure of the musician enter literature, representing now the idea of absolute music generated in the epicentre of romantic aesthetics.
The arts in the Romanticism rebel against a world that does not represent them anymore. Through art the romantics could counterbalance reality and create another world. To build this new world, drawn by their infinite nostalgia they looked back and idealized their own history, the German Middle Ages, which for authors like Ludwig Tieck became the Golden Age, and in the figure of the Minnesänger he found the ideal of the romantic artist.
Once established the relation between music and the Middle Ages as representative of the same nostalgia, we analyse the figure of the musician in Tiecks work in any of its representations and try to show through its development Tiecks own first approach to music and the Middle Ages, his immersion in both worlds, as well as his ulterior relinquishment and his definite approaching to reality.RESUMEN
Este estudio parte de la hipótesis de que existe una evolución en la figura del músico en la obra de Ludwig Tieck, y que esta evolución - así como el valor que se le otorga a la música - puede ser representativa del continuo proceso de cambio del Romanticismo alemán.
La elección de la figura del músico para realizar este recorrido no es gratuita, y está justificada precisamente por el nuevo status que adquiere la música en este periodo, consecuencia de un cambio profundo en el sistema filosófico y estético, del abandono general de la estética mimetista a favor de la expresivista, lo que provoca un cambio no sólo en el valor que se le otorga a las artes, sino también en las relaciones entre las mismas: La música desplaza a la poesía y a la pintura y se sitúa en la cúspide de la pirámide de las artes, y a partir de ese momento, la producción y la recepción musical empiezan a ocupar un lugar destacado en la creación literaria. Especialmente en este periodo, los músicos y la música en los textos son objeto de demostración para algo distinto fuera de los mismos: son representativos de la idea de música absoluta que se genera en el epicentro de la estética romántica, y si hasta entonces el poeta era considerado como el prototipo del artista, con la exaltación de la música su representante se convierte en el artista genial por excelencia.
El arte en el Romanticismo se rebela contra un mundo que ya no lo representa. A través del arte se podía compensar la realidad y crear otro mundo, que en los casos más extremos lo constituía el arte mismo. Para conformar esa otra realidad a la que les conducía la nostalgia, los románticos utilizaron el recurso del pasado, la propia historia, en concreto, la Edad Media alemana. Una percepción panteísta y armónica de la Edad Media la convierte en Edad de Oro, la música es su lenguaje, y la religión el elemento unificador y baluarte del arte. El Minnesang es una parte constituyente de la Edad Media y en la figura del Minnesänger, Tieck cree encontrar no sólo el ideal existencial romántico en su relación panteísta con Dios y con la naturaleza, sino también la esencia de la música en la palabra o de la música de la palabra.
En consecuencia, establecida la innegable relación entre música y Edad Media en el ideario de Ludwig, se han seleccionado aquellos textos en los que se podía encontrar la figura del músico en cualquiera de sus representaciones, desde sus primeras creaciones, en las que todavía no había desarrollado una teoría artística propia, hasta la obra que cierra una etapa en su vida, Musikalische Leiden und Freuden, escrita en 1822, en la que revisa sus postulados iniciales.
Siguiendo un orden cronológico en la medida de lo posible, se analiza la figura del músico en cada uno de los textos seleccionados, y se intenta mostrar en su configuración y en su evolución, cómo se produce el primer acercamiento de Tieck a la música y a la Edad Media, su inmersión en ambos mundos, así como su posterior alejamiento y acercamiento a la realidad exterior, aunque sin abandonar nunca sus principios, sino moldeándolos y adaptándolos.
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