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El consumo de drogas intravenoso (CDI), por compartir materiales no estériles de inyección ha estado muy asociado a la difusión de la infección por VIH y el desarrollo del SIDA desde el inicio de la epidemia, fundamentalmente en los países del sur de Europa y de forma especial en España y algunos años más tarde en Portugal. En la actualidad países del Este del continente presentan una afectación creciente, como por ejemplo Ucrania, y el CDI constituye una forma principal de transmisión en casi todas las zonas del mundo. La gran afectación de España muestra una evolución desigual entre las comunidades autónomas, ya que mientras algunas, como Madrid o el País Vasco, presentan altas tasas de SIDA en CDI, otras, como Canarias, tienen unas cifras bastante menores. En este contexto los programas de reducción del daño, como la distribución de material estéril de inyección, el intercambio de jeringuillas o el fácil acceso a los programas de tratamiento con opiáceos se ha mostrado claramente eficaces en todo el mundo.
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