|
El compuesto psicoactivo de la cannabis sativa, el i-9-tetrahidrocannabinol, ejerce sus efectos sobre el sistema nervioso central a través del receptor cannabinoide CB I. La localización presináptica del receptor CB I sugiere una función de modulación de la liberación de neurotransmisores a través de la denominada señalización retrógrada. El THC actúa en el sistema de recompensa cerebral de una manera muy similar a la de otras sustancias adictivas, incluyendo tanto la capacidad de generar tolerancia y síndro¬me de abstinencia como la interacción con otros sistema de neurotransmisión implica¬dos en el fenómeno de la recompensa. El consumo de cannabis provoca, al menos de manera transitoria, déficit cognitivo en funciones como atención, memoria, habilidades verbales y resolución de problemas. También puede provocar síntomas psicóticos y aumentar el riesgo de padecer esquizofrenia en sujetos predispuestos. El consumo de cannabis aumenta la probabilidad de sufrir síntomas depresivos y de ansiedad, princi¬palmente en los consumidores de altas dosis. Sin embargo, no se ha logrado evidencia suficiente que confirme el papel causal del cannabis sobre el síndrome amotivacional, aunque sí se ha relacionado el consumo de THC con un menor nivel educacional y mayor uso de otras drogas ilegales. Desde una perspectiva evolucionista, las drogas actúan en regiones cerebrales filogenéticamente antiguas, lo cual señala la vulnerabili¬dad del ser humano ante las conductas adictivas. La predisposición genética modifica la expresión de dicha vulnerabilidad y se ve influida por las experiencias, que modifican o facilitan la transcripción del gen.
|