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En las comunidades terapéuticas se asiste a pacientes con carencias en todos los aspectos, especialmente en el terreno afectivo, relacional y los vínculos se verán afectados constantemente; este hecho dificulta tanto la relación en el campo terapéutico y educativo como en las actividades de rehabilitación y reinserción social. Además frecuentemente, las intervenciones profesionales se desarrollan bajo la presión de un clima de urgencia y nos encontramos en muchas ocasiones que el trato directo con el paciente, la familia y los intervinientes en la atención (jueces, asistentes sociales, médicos, psicólogos, educadores...) provoca situaciones verdaderamente difíciles, cuando no abiertamente conflictivas, que una y otra vez acaban atrapando al profesional sin que este pueda lograr encontrar las claves para salir de las mismas.Las crisis aparecen constantemente y parte del trabajo consiste en abordarlas y aprender de ellas. Todos estos factores provocan una tensión permanente que determina un desgaste y un agotamiento de las fuerzas en los profesionales y los equipos de atención que necesitan nutrirse de cuidados y apoyo para poder hacer su tarea sin caer en el desanimo o enfermar. En el texto se exploraran aspectos que tienen que ver con el desgaste profesional y la perdida de potencialidad de las comunidades terapéuticas y propuestas para el cuidado de uno mismo y de los equipos.
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