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Actualmente, la visión más extendida respecto del arte levantino, destaca su relación con las últimas poblaciones mesolíticas, inmersas dentro de un proceso de cambios, tanto a nivel económico, como social, que conocemos por neolitización. Desde nuestra perspectiva, la distribución geográfica que presenta una determinada manifestación artística, debe ser coherente con el registro arqueológico relacionado. Sin embargo, la documentación disponible para aquellos momentos (VII y VI milenios bp) difícilmente puede sustentar dicha propuesta. A la ausencia de documentación sobre presencia mesolítica, hemos de añadir, para algunas de las regiones implicadas, una marcada dualidad cultural durante buena parte de este período. Atendiendo, tanto a la documentación arqueológica disponible, como a la información procedente de las mismas representaciones, creemos que el arte levantino debe integrarse dentro de los ciclos artísticos neolíticos. En ese contexto, no obstante, hemos de tener presente que las poblaciones del Neolítico Antiguo se vinculan con representaciones de carácter esquemático, algunas de ellas dotadas de una elevada carga simbólica. Así pues, y teniendo presente la cronología relativa definida por las diferentes superposiciones, parece necesario desvincular también el fenómeno levantino de este horizonte neolítico antiguo, obligándonos a aceptar una cronología más reciente para este arte.
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