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La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja es un fenómeno que ocurre desde tiempos inmemoriales. Entonces se consideraba como algo privado dentro de la relación de pareja y únicamente concernía a los miembros de la misma, incluso en los medios de comunicación aparecían estadísticas sobre accidentes de tráfico al tiempo que se ignoraba la incidencia de feminicidios y agresiones sexuales contra mujeres. Afortunadamente desde hace 50 años se empieza a hablar de ello desde una perspectiva científica, empieza a tener relevancia en todos los ámbitos culturales y se entiende que su erradicación es necesaria, requiriéndose para ello abordajes multidisciplinares e interinstitucionales.
Aún teniendo claro que su eliminación es obligatoria y a pesar de los avances realizados con respecto a la misma, (la mayoría de países cuenta con estrategias específicas para combatir la violencia), todavía sigue siendo un problema de gran envergadura social. Es de todos conocido que las víctimas de la violencia tanto directa como indirectamente, presentan serios efectos que perduran a lo largo del tiempo y son muy difíciles de cicatrizar. El tratamiento de estos efectos tanto a nivel físico, emocional como las medidas legales adoptadas, suponen un mayor coste a los gobiernos que unas buenas medidas de prevención, tanto desde la escuela, las familias y los medios de comunicación.
La violencia contra la mujer se da en todas las etapas del ciclo vital y la adolescencia es una de ellas. Es el resultado de la falta de equidad entre los sexos. Cuando hay violencia en una relación, se establece una forma habitual de comunicación basada en la intolerancia, la falta de respeto, el autoritarismo, el control, etc. Se puede presentar bajo diferentes formas: física, psicológica, económica y sexual, pudiendo ocurrir durante los primeros momentos de la relación o después de varios años.
Aunque no es común pensar que las adolescentes sufren maltrato por parte de sus parejas, ya que éste se asocia a parejas adultas con más tiempo de relación, con hijos, etc., el Centro Reina Sofía uno de sus estudios de feminicidios en España, muestra que se está rejuveneciendo la edad de las víctimas. En términos relativos (poniendo en relación el número de casos con el número de mujeres por tramos de edad), las mujeres de entre 14 y 24 años tienen mayor riesgo que otros grupos de edad de ser asesinadas por sus parejas.
Además, la violencia de pareja en la adolescencia es tanto o más grave que en la edad adulta y con frecuencia suele ser el comienzo de una relación que más tarde se puede convertir en tragedia, (Silverman y col., 2001).
Asimismo es de todos conocido que los agresores de pareja en su mayoría de casos no presentan un trastorno mental, sólo el 10% lo padece, según la bibliografía revisada. Pero sí es verdad que la mayoría de estos presenta unas características psicológicas peculiares en las que es necesario profundizar para poder prevenir y erradicar esta lacra.
Por todo ello se plantea llevar a cabo este estudio, en el que se intentará dar respuesta a los objetivos planteados, se incidirá en los factores de riesgo predisponentes, precipitantes y mantenedores de la violencia de pareja. Y para finalizar se intentará dar respuesta a la hipótesis planteada: las personas perpetradoras de violencia presentan características psicológicas diferentes a las personas que no la utilizan para resolver conflictos. Con los resultados obtenidos se elaborarán unas buenas medidas de prevención y tratamiento en las relaciones de las poblaciones más jóvenes.
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