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Estudio de la imagen de la Inmaculada en el virreinato americano, y especialmente en su tipología alada, sobre la idea de la Mujer del Apocalipsis convertida en principal símbolo eclesiológico de triunfo de la causa concepcionista y de toda la institución eclesiástica virreinal. Para ello persigue distintos propósitos. En primer lugar, la ordenación del citado discurso siguiendo su plasmación por medio de la adopción y variación de los diversos tipos iconográfico como base que permite lanzar conclusiones culturales sustentadas. En segundo lugar, su implicación en la retórica visual novohispana por medio del análisis de la dimensión que alcanzaron los distintos alegatos, quien estuvo detrás de éstos y de las distintas formulaciones visuales, y su conexión con el resto de asuntos vinculados tales como la defensa dogmática o su implicación en discursos locales. Por último, muestra en qué punto las bases del discurso inmaculista novohispano, al tomar la imagen de la Mujer del Apocalipsis, estaban fundamentadas en tradiciones utópicas y apocalípticas, especialmente en el amadeismo. Por ello se introduce brevemente en el estudio de asuntos cercanos -mismo ámbito conceptual e imaginario- como el de los siete Príncipes. Su devoción, introducida tempranamente en el virreinato al ser vistos como patronos de la evangelización, fue reactivada a mediados del siglo XVII en pleno auge del sentimiento criollo, coincidiendo con las declaraciones de Miguel Sánchez sobre la Guadalupana y presentando aspectos coincidentes.
El estudio de la imagen de la Mujer del Apocalipsis en la retórica visual novohispana ha demostrado el valor que ésta tuvo como tópico cultural repleto de significado. Esta imagen de origen exegético se convirtió en un símbolo representativo del cristianismo novohispano por medio de su inserción en el discurso local. De igual forma, bajo la mulier amicta sole confluyeron en Nueva España las soflamas inmaculistas y las del criollismo formando un todo que, apuntalado en base profética, sirvió para reconocer al cristianismo periférico -en este caso el de los virreinatos americanos- como un espacio relevante en el seño de la Iglesia y en la historia de la Salvación. La base de aquel potente discurso se encontró también en la evangelización como tarea presente, constante y cercana a su fin. Los primeros años de la conquista se convirtieron en la base del nacimiento del triunfo de la Mujer del Apocalipsis.
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