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Afirmar que Joan Crawford interpretó durante toda su carrera cinematográfica un único papel, no sólo es altamente arriesgado, sino fácilmente discutible. Ahora bien, a comienzos de la década de 1930 y específicamente con su película Possessed (Amor en venta, 1931), de Clarence Brown, tuvo lugar la creación de un personaje fílmico que la actriz repetiría posteriormente de modo continuado a lo largo de los años sobrepasando Mildred Pierce (Alma en suplicio, 1945), de Michael Curtiz. Este personaje es el de la working girl (chica trabajadora). La creación resultó tan eficaz que se potenció y utilizó al máximo en muchos de los films que Joan Crawford realizó en la década de los 30, y cuando la actriz intentó deshacerse de esa imagen específica el público no se lo permitió. La audiencia sólo quería verla en el papel de chica proletaria, por lo que esta codificación acabó convirtiéndose en un lastre, ya que resultó imposible prescindir de ella para conseguir cualquier éxito cinematográfico. Tan solo cuestiones extrafílmicas que se concretan en la edad avanzada de la actriz en torno a 1950 consiguieron finalmente desligar su imagen de este modelo. (A)
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