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El objetivo de esta tesis doctoral es el análisis de la vulnerabilidad del ser humano en la enfermedad y ante el final de la vida. En estas situaciones, la transmisión del sentido es un problema ético y antropológico. Aquí analizo esa transmisión como acompañamiento, escucha activa, presencia y contacto. Para desarrollar esta investigación he acudido a tres autores que marcan el paso del siglo XIX al XX y de éste al XXI: Gabriel Marcel, Viktor Frankl y Elisabeth Kübler-Ross. Fueron testigos de situaciones trágicas y al mismo tiempo ejemplos de superación a través de sus propias vidas. Mediante la lectura hermenéutica de sus obras podemos construir una Bioética del cuidado que complete la Bioética de principios y enriquezca antropológicamente la ética aplicada.
Con esta investigación he buscado también establecer un nexo entre la Bioética y la Ética del Cuidado. El ser humano es, en muchas ocasiones y sobre todo en la enfermedad y ante el final de la vida, un ser frágil y vulnerable, que sufre y que busca hallar un sentido en estas situaciones. La práctica médica cuenta con la herramienta de la técnica, que en muchas ocasiones contribuye a mejorar la calidad de vida de un paciente o logra curar una enfermedad. Pero, cuando ya no se puede curar, ¿qué se puede hacer? ¿Qué respuesta se puede dar a la fragilidad y la vulnerabilidad o al interrogante por el sentido del sufrimiento o el dolor?
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Gabriel Marcel, filósofo y dramaturgo de origen francés, sintió la presencia de la vulnerabilidad a lo largo de su vida por diversos motivos, como la pérdida de su madre, su esposa o su tía o la vivencia de las dos guerras mundiales. A pesar del aspecto desolador al que había de hacer frente la humanidad tras las dos guerras mundiales, la transmisión del sentido en Marcel se da, por una parte, gracias a que nunca desesperó a pesar de lo difícil que eran sus circunstancias y por otra, a planteamientos como la presencia y la disponibilidad, la esperanza y la hospitalidad, del misterio de la vida, del amor y la muerte.
El doctor en Psiquiatría y Filosofía nacido en Viena, Viktor Frankl, sostenía que es posible hallar un sentido, incluso en las situaciones de sufrimiento inevitable. Durante la II Guerra Mundial fue internado en varios campos de concentración. Esta situación, que él mismo denominó su experimentum crucis, le permitió demostrar en primera persona que incluso en situaciones extremas de sufrimiento y dolor es posible hallar un sentido a la vida. Tras la liberación, continuó desarrollando este planteamiento como Análisis Existencial o Logoterapia.
Nacida en Suiza, la doctora en Psiquiatría, Elisabeth Kübler-Ross, ayudó como voluntaria a los presos de los campos de concentración de Polonia que habían logrado sobrevivir a esta tragedia. Años más tarde, comenzaría a desarrollar la labor que la ha hecho conocida: el acompañamiento y la escucha activa de pacientes que se encuentran próximos al final se sus vidas, así como familiares, profesionales de la medicina, de manera que la muerte deje de ser temida y escondida.
Los objetivos de esta tesis han sido: fortalecer antropológicamente la Bioética del Cuidado, desarrollar un concepto filosófico del cuidado, proporcionar claves para construir una nueva Bioética del Cuidado y también que los profesionales del cuidado pueden contar con las herramientas que les permitan, en situaciones de vulnerabilidad, participar en la transmisión del sentido. De esta manera podrán mejorar sus capacidades, sus competencias profesionales y construir entre todos una ética profesional que no olvide el sentido sino que lo afrontara. Se facilitaría que esas competencias no se limitaran a ser técnicas, sino que se verían enriquecidas al transformarse en habilidades comunicativas, tanto verbales como no verbales, darían auténtico valor a la palabra, que sería palabra viva, plasmada en obra y convertida en acompañamiento.
El valor de este trabajo radica en su orientación hacia la humanización de la práctica médica de modo que se evite tanto una atención despersonalizada y distante como considerar que el sufrimiento y la enfermedad son errores de funcionamiento del cuerpo visto como una maquinaria. Gracias a esa humanización, los pacientes son vistos como fuente de experiencia en el aprendizaje moral, podemos acompañarlos de modo que se viva hasta el último instante.
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