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Seiscientos años después, el 2012, los manuscritos del diario de sesiones del
Compromiso de Caspe1 aparecen ante el lector contemporáneo como un discurso
perfectamente elaborado y coherente, transmiten una imagen prefijada de los
acontecimientos sucedidos entre el 15 de febrero y el 28 de junio de 1412 en Alcañiz,
primero, y en Caspe, después. Los inspiradores del diario, es decir sus autores
intelectuales, perseguían varios objetivos: evitar la discordia y el surgimiento de
enfrentamientos y tensiones entre los defensores y detractores de cada uno de los
aspirantes al trono, así como favorecer la armonía y el entendimiento, buscando
un espacio de diálogo, el mismo que había presidido las sesiones de Caspe, a juzgar
por el diario. En definitiva, de lo que se trataba era de ser fieles a la realidad
de los hechos, evitando, de ese modo, generar malestar entre los súbditos. El rey
elegido debía representar la voluntad de consenso y superación de los desastres
ocasionados por el interregno, como ellos mismos lo percibieron.
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