|
La histeriada narra las vacilaciones de Sigmund Freud delante de la Urszene. En esta escena, de la que arranca la histeria y otras neurosis, el padre abusa de su hija. Primero Freud la juzgó verdadera, luego creyó que era la invención fantástica de una muchacha perdida en el laberinto edípico. En el paso de la Teoría de la Seducción a la Teoría del Deseo tuvieron parte el fantasma de su padre, “uno de esos perversos”, el recuerdo “formado” de una escena en la cual él y su primo John “desfloraban” a Pauline, la hermanita de éste, y un sueño en el que amaba demasiado a su hija Mathilde. La imposibilidad de decir (de saber) qué hay entre un padre y su hija se ve en el romance de la Delgadina y en el cuento de La Pellejos, de los Grimm, que traen la versión de la hija, y en las historias de Mirra y de Lot, que dan la del padre, y en las dos variantes opuestas de la fábula de Nictímena, y sobre todo en los trabajos que costaron a Lear y a Cordelia decirse su amor.
|