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El símbolo del laberinto minoico —Labris, el hacha de dos cabezas- representa la bifurcación, la ambigüedad: la confusión. El encuentro con el Otro, el monstruo, es consecuencia de este trastorno. El dispositivo arquitectónico del doble pasillo en arquitectura tiene su contraparte, en el psicoanálisis, en el desdoblamiento. El espejo y la puerta constituyen elementos esenciales en la construcción de un laberinto. Al separarlo del exterior, la puerta crea el espacio interior, oculto. Un espejo frente a otro es la causa de un espacio infinito. Estos símbolos, presentes en las obras de Escher y Borges, exigen un doble recorrido. En este artículo se analiza la forma en que, a partir de la puerta y el espejo, el tema del doble es representado en algunas obras de Escher (Cielo y agua, Ángeles y diablos, Límite circular IV, y Esfera con Ángeles y diablos) y en dos cuentos de Borges (“La forma de la espada”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”).
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