|
sí una obra es históricamente analizable por
aquello que contiene, no resulta indiferente señalar lo que
contra toda lógica le falta: tanto por sus decorados como por
el universo que recrea, El gabinete del doctor Caligari está alejado
por un abismo del mundo de la técnica que ascendía
como estrella en el firmamento de la República de W eímar y
que casi sin excepción inquietaba a la mayor parte de artistas.
Su total ausencia resulta sintomática en la película de Wíene,
como lo es la de la industria, las masas, la urbe tentacular, temas
tan del gusto expresionista. Puede, pues, concluirse que la
herencia plástica expresionista, además de difuminada, es paralela
a un nuevo anacronismo que la hace indiferente a las líneas
de fuerza de la modernidad artística y cotidiana de 1920. Y tal
indiferencia no deja de extrañar en un filme que ha pasado a
considerarse origen y yunque de la vanguardia cinematográfica.
|