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Auspiciada por el Instituto de Etnología de la Universidad de París y por el Museo de Etnografía del Trocadero, la Misión etnográfica y lingüística Dakar-Djibouti inauguró la era de las grandes investigaciones de campo de la etnografía francesa. Dirigida por Marcel Griaule, futuro primer catedrático de etnología de la Sorbona, y ocasión de la escritura de L’Afrique Fantôme de Michel Leiris, la expedición atravesó el continente africano desde el Atlántico hasta el mar Rojo cruzando los actuales Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Benin, Nigeria, Chad, Camerún, República Centroafricana, República del Congo, Sudán, Etiopía, Eritrea y la República de Djibouti. En su recorrido de veinte mil kilómetros realizó dos “investigaciones intensivas” -entre los dogón en el escarpe de Bandiágara (Malí) y en Gondar (Etiopía)- recogió unos 3600 objetos, 300 manuscritos etíopes e hizo unas 6000 fotografías, estudios etno-musicales, lingüísticos, zoológicos, botánicos y etnográficos. La Misión Dakar-Djibouti permite entender la constitución de la Etnografía como disciplina al servicio de la Antropología, a la par que la matriz de la ulterior etnología africanista francesa. En este sentido, sus resultados dieron el impulso definitivo para que el viejo Museo de Etnografía del Trocadero se convirtiese en el Museo del Hombre de París, que estableció un discurso humanista sobre la otredad cultural y cosmopolita sobre la humanidad. Podríamos decir, utilizando la terminología de James Clifford, que este ensayo lo es sobre un hito fundamental de la constitución de la autoridad etnográfica francesa. Con todo, también se muestra como una forma de racionalizar la administración colonial francesa –en un contexto de crítica anticolonial- y un medio para concurrir en los conflictos de prestigio entre las potencias coloniales europeas.
Además, se muestra como en el caso francés dicha autoridad etnográfica se da en el cruce con las corrientes artístico-literarias de vanguardia de la época, especialmente del surrealismo, la creciente pasión por el art nègre, tan en boga en aquel periodo, y las exposiciones coloniales (y su crítica), deslindándose y afirmándose frente a los grandes raids automovilísticos a través del Sahara y de África de principios del siglo xx.
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