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La investigación narrativa, en relación con el trabajo de escritura y con las motivaciones éticas del escritor, es un motivo recurrente en las letras hispánicas de la primera década del siglo XXI, que tiene sus precedentes en los años 90 y que recoge la estética y las tendencias de los años precedentes. En efecto, esta nueva investigación ha acudido como procedimiento vertebrador, retomando múltiples recursos discursivos y combinándolos en una fórmula que se ha convertido en signo de su época, a aquellos géneros populares que de los años 80 y a aquellas tendencias que llegan al cambio de siglo: la novela negra, la novela histórica, la novela de no-ficción, la novela de metaficción y autoficción, y enlazando y promocionando la novela de la memoria más reciente.
El germen de una nueva investigación ya se encuentra entre los años más delicados de la Transición y la consolidación de la democracia: La verdad sobre el caso Savolta (1975), Beatus Ille (1986), Galíndez (1991) y Santa Evita (1995), entre otras.
Tras estos primeros intentos, este fenómeno ha adquirido una tendencia hacia una posible «novela de la memoria», haciendo de la Guerra Civil y de la dictadura franquista un cajón de sastre desde donde rescatar numerosos temas y motivos olvidados o escondidos, en una clara posición de compromiso del escritor, de reivindicación de la memoria y de denuncia de esa normalización de los estigmas y del dolor, que todavía están por superar.
Soldados de Salamina (2001) tiene el privilegio de ser la primera que lleva a cabo esta operación; una operación de éxito, por otro lado, si no contamos La malamemoria (1999), de Isaac Rosa, reconvertida en ¡Otra novela sobre la Guerra Cvil! (2007). Siguieron su estela La meitat de l’ànima (2004), Enterrar a los muertos (2005), Mala gente que camina (2006), Cita a Sarajevo (2006), la ya citada ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! (2007), La fiesta del oso (2009), Tiempo de memoria (2009), New Yok-Bilbao-New York (2010) o El bes de l’aigua (2010). Y como fenómeno expandido más allá de nuestras fronteras, encontramos investigaciones del mismo signo en la narrativa latinoamericana actual: Estrella distante (1996), Los informantes (2006), El material humano (2009), El hombre que amaba a los perros (2010), El sonido de las cosas al caer (2011).
Atendiendo al corpus y al año de publicación de cada una de las novelas que lo conforman, es palpable que la tendencia va en aumento desde los años 2000, por lo que podemos afirmar sin ningún género de dudas es que se ha convertido en un procedimiento privilegiado de la narrativa actual y en una marca de época. Este estudio se completa tangencialmente con la narrativa audiovisual, que nos permite acceder a un campo de comparación muy fértil a la hora de contrastar los procedimientos que vehiculan una representación (bien social actual o bien histórica) puramente ficcional de los que vehiculan una representación (bien social actual o bien histórica) puramente documental o auténtica. Resulta pertinente, además, observar cómo estas dos estrategias de representación (ficticia y no ficticia) se han acercado progresivamente hasta ofrecer productos de interesante ambigüedad, que se explican desde postulados historiográficos, filosóficos, antropológicos o teórico-literarios (Hayden White, Jameson, Zizeck, Badiou, Walter Benjamin, Lejeune, Castells, Alberca, etc.) como formas de representación subjetivas pero honestas, en tanto que propuestas de sentido para una colectividad, inserta en un proceso de redescubrimiento de lo real.
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