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El análisis de Sloterdijk del terror contemporáneo se sitúa en una tradición pesimista que toma la guerra como modo de manifestación de rasgos de la época que van más allá de lo estrictamente bélico. Este pesimismo civilizatorio tiene pues una relación ambivalente con Ja guerra moderna. Por una parte, la guerra tal como se ha desarrollado, es fruto del progreso técnico científico, y por tanto, el producto de aquélla razón cartesiana que nos prometía se1• dueños y poseedores de la naturaleza. De manera que, una vez devorados con una voracidad imprevista por aquélla, esta tradición se instala en la desconfianza, pues más que ser dueños y poseedores de la naturaleza diríase que hemos sido expulsados, des-terrados de ella. O mejor, y para decirlo con palabras de Sloterdijk: «estamos condenados a "ser-en" un mundo, aun cuando ya no seamos capaces de presuponer de antemano que los depósitos y las atmósferas que no pueden menos de rodearnos sigan siendo situaciones naturales imbuidas de bondad». Pero, por otra parte, no es menos cierto que en esta tradición la guerra tiene un valor epis-temológico: nos permite desentrañar el carácter de nuestro mundo, puesto que ella y él so vástagos del apogeo de la técnica. En este sentido, se comparan las concepciones de Sloterdijk con las de otros autores partícipes de su escepticismo civilizatorio a partir de sus valoraciones sobre la técnica: Jünger, Wittgenstein y Günter Anders
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