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Tras exponer y explicar, en la Introducción y en el Primer capítulo, los límites que encuentra la filosofía de la ciencia a la hora de explicar la producción de descubrimientos revolucionarios en el campo de las ciencias (sobre todo, después de la intervención post-positivista de Kuhn, Lakatos, etc. contra la epistemología positivista y neo-positivista); tras exponer y explicar, a su vez, cómo estos mismos límites de comprensión no pueden ser superados ni siquiera cuando la filosofía de la ciencia recurre a los contenidos de las ciencias sociales, como ocurre en la actualidad (a la psicología y a la sociología, tal y como éstas se definen en sociedad liberal); tras exponer y explicar estos dos hechos que han llevado a un callejón sin salida, el doctorando recurre a las teorías de Marx y de Freud (una sociología y una psicología no liberales, respectivamente), con el convencimiento de que ambas pueden dar una solución racional al problema de los descubrimientos científicos de tipo revolucionario. Este método entraña varias consecuencias, cuyo desarrollo se realiza a lo largo de la tesis: en primer lugar, la tesis de que (en contra del juicio imperante hoy, fundamentado en su día por Karl Popper) las teorías de Marx y de Freud son de naturaleza científica. Más aún, entraña la tesis de que son las únicas que incluyen el estudio de ciertas determinaciones imprescindibles para avanzar en la explicación racional del suceso científico por excelencia: el descubrimiento revolucionario. En segundo lugar: al recurrir a las teorías de Marx y de Freud para explicar estos sucesos, en realidad se les está obligando a que den razón de sí, esto es, a que se expliquen a sí mismas, pues difícilmente pueden hallarse dos teorías cuyo surgimiento en el campo científico fuese más inexplicable, más revolucionario por rupturista. Es por esto que, durante los dos siguientes capítulos de la tesis (el Segundo y el Tercero), la pregunta acerca del descubrimiento revolucionario en general se concreta en la de cómo los descubrimientos implicados por las teorías de Marx y de Freud fueron posibles. Además --como hemos dicho-- se busca en ellas mismas para encontrar la explicación.
El diagnóstico es desigual para cada una de ellas. Sobre el tratamiento originario de Marx, pero también teniendo el cuenta el desarrollo que sobre él hiciera Louis Althusser (así como los cambios que su trayectoria sufrió), el doctorando concluye que la teoría marxista contendría postulados que hacen imposible que ésta dé cuenta de sí misma, esto es, que explique su propia novedad en el campo de las ciencias sociales de su época. La inclusión de las tesis del marxismo, y sobre todo su elucidación de la diferencia entre ciencia/ideología, supone una condición necesaria pero no suficiente para explicar el descubrimiento revolucionario, ni el de Marx ni el que implican otras teorías. Frente a frente con este callejón sin salida, el doctorando plantea que el psicoanálisis sí ofrecería la pieza que falta para comprender tales sucesos, y también el suyo propio. A través de la exposición y el análisis sistemático de la teoría psicoanalítica, del inconsciente y de la libido, y tomando en cuenta los avances introducidos en ella por Jacques Lacan, el doctorando presente una hipótesis de cómo la propia estructura psíquica descubierta por el psicoanálisis no sólo explicaría cómo fue posible el descubrimiento de Freud --que de esta forma sería capaz de explicarse a sí mismo--, sino también de qué manera esta misma estructura psíquica intervendría sobre los descubrimientos de otras teorías (también el del marxismo, aprovechando lo cual se avanzan algunas líneas que podrían articular de forma compatible los contenidos de ambas teorías, cosa que no sucede a día de hoy).
A partir de aquí, es en el cuarto capítulo donde el problema del descubrimiento revolucionario se abre de nuevo a otras teorías cuyo estatuto científico está perfectamente asentado en la actualidad. En él se ofrece un análisis concreto de cuatro descubrimientos revolucionarios en las ciencias naturales, sociales y formales, a saber, los que implican las teorías de Marx y de Freud --por supuesto--, pero también la teoría de la evolución darwinista y ciertos avances en la teoría matemática de conjuntos. El análisis de estos cuatro descubrimientos implica la concreción y la aplicación del trabajo realizado en los capítulos precedentes y (sin ánimo de haber agotado la cuestión) aportan la evidencia para la hipótesis presentada por el doctorando como solución al problema del descubrimiento revolucionario.
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