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La construcción de actividades de ocio incide directamente en el desarrollo evolutivo de los adolescentes, capacitándolos para una sana socialización en sus espacios cotidianos. La complejidad que plantea el diseño de actividades y programas de ocio requiere el esfuerzo común de los diferentes agentes; así, tanto las administraciones públicas, como los padres, profesionales, los propios adolescentes y las entidades gestoras de estos programas han de coordinar sus esfuerzos en pro de desarrollar equilibradamente los espacios con las propuestas para el ocio. De estas actividades, las encaminadas hacia el recreo supervisado permiten crecer en positivo, pero la alarma aparece cuando los espacios para el ocio, se convierten espontáneamente en guarida para el desarrollo de actividades opacas, transformando espacios dedicados a la diversión en prácticas de riesgo. Llegados a este punto, el presente artículo demuestra que la forma de disfrutar del ocio influye en el desarrollo de actividades delictivas y que a mayor ocio desestructurado, mayor profundización en la trayectoria delictiva. Para ello se sigue una estrategia de complementariedad metodológica, cuyos datos cuantitativos se extraen de los expedientes de 281 adolescentes en conflicto con la ley de la ciudad de Valencia y se vinculan a tres trayectorias delictivas generadas a partir del análisis multivariable. Asimismo se completa con entrevistas a informantes claves que participan en los escenarios de los adolescentes en conflicto con la ley, desde el plano judicial, educativo, policial o de la intervención social. Se concluye que el ocio constituye un escenario ideal para el empoderamiento de los adolescentes.
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