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El pro-bufonismo parisino de mediados del XVIII y La Nouvelle Vague de dos siglos después no son, ni mucho menos, escuelas de pensamiento estético, sino más bien actitudes críticas de una juventud emergente que
reclama para sí un protagonismo intelectual y artístico desde la periferia del poder, formas de entender el espectáculo operístico o la cinefilia en tiempos de crisis (sea del Antiguo Régimen durante el reinado de Luis XV, sea del mandato del general De Gaulle en la V República). No obstante, existen algunos parámetros que permiten amalgamar la variedad de elementos que dan entidad a ambos momentos: la existencia de una mínima doctrina crítica compartida, un programa estético que implica una estrategia de
relevo institucional y la publicación de un manifiesto que dé a conocer dicha doctrina. Todos estos elementos se dan, cual si se tratara de un devenir serializado, separado por dos siglos, en la Querelle des Bouffons y en la Nouvelle Vague.
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