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Manicomios, dispensarios, centros de salud mental, casas de misericordia, institutos frenopáticos, hogares de beneficencia, asilos para lunáticos ... son algunos de los lugares con los que tradicionalmente asociamos la tarea psiquiátrica. Divanes, electrochoques, lobotomías, camisas de fuerza, psicofármacos ... nos evocan ciertas prácticas realizadas por sus profesionales. Sin embargo, el marco de actuación de los psiquiatras muchas veces excede ese complejo universo de discurso y se extiende hasta territorios que a priori no parecen de su competencia, pero que resultan asimilados de manera prejuiciosa: asesinatos rituales, descuartizamientos, perversiones sexuales, conductas morbosas ... Es lo que sucede en el mundo del crimen asociado a la locura, fuente de inspiración literaria y cinematográfica, que ha funcionado como un laboratorio donde poner a prueba la pertinencia del psiquiatra como figura normativa.
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