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Nuestro interés por los temas histórico-científicos han ido
creciendo de manera paulatina y paralela, a la de nuestra
vocación biológica y farmacéutica. Desde nuestros primeros años
de vida universitaria nos sentimos atraídos por la faceta
humanística de la ciencia, en su varia vertiente histórica,
literaria o artística. Mas tarde, y a medida que se iban
sucediendo nuestros primeros balbuceos en este campo, nos dimos
cuenta de la importancia de acudir a las fuentes originales,
manuscritos y obras impresas antiguas o de difícil localización.
El trabajo que aquí presentamos tiene como objeto de estudio
una serie de documentos únicos, entre ellos, una suerte de
Crónica o de Diario manuscrito que comprende toda la segunda
mitad del pasado siglo XIX y los primeros años del XX, compuesto
por un farmacéutico singular que, sin salir'prácticamente del
estrecho marco geográfico al que la práctica de su profesión en
la época condenaba de por vida, supo hacer llegar sus opiniones
científicas y sociales a los principales periódicos profesionales
y regionales, situarse en la vanguardia de la investigación
botánica, y mantener en todo momento una gran clarividencia
intelectual e ideológica. Lástima, lástima, que la secular
sordina impuesta siempre a las voces o a las ideas que llegaban
y llegan de allende los aledaños de la corte, o de fuera de los
ámbitos de decisión política, dejasen en nada o en casi nada los
proyectos o las propuestas que, como voz que clama en el
desierto, proclamaban los escritos que traían los correos de
Torrecilla de Alcañiz, de Valdealgorfa, y de otros pequeños
lugares del Bajo Aragón.
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