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El objetivo general de este estudio es contribuir al conocimiento científico sobre el fenómeno de la Victimización Juvenil Sexual Online desde la perspectiva de la Victimología del Desarrollo y proporcionar un marco teórico-empírico desde el que poder desarrollar ulteriores estudios. Principalmente, se pretende conocer su incidencia, características y gravedad en comparación con otras formas de victimización online. Se analizan las diferencias de género y edad, para poder diseñar el patrón de victimización juvenil online a lo largo de la adolescencia. Y se exploran las características de sus víctimas en función de la gravedad de la experiencia de victimización sexual online. Todo ello, asumiendo un enfoque holístico desde el que se entiende que la polivictimización online es más común que la ocasionada por una única forma de victimización electrónica y está asociada a un mayor nivel de gravedad de la experiencia de victimización sexual online.
A lo largo de todo el proyecto de investigación han participado más de 4600 jóvenes entre 12 y 20 años de 41 centros educativos de la Comunidad Valenciana. Se evalúa el autoconcepto familiar, social, físico, emocional y académico, el clima social familar, ocho formas de victimización online, sexuales (Coacción Sexual, Presión Sexual, Ciberabuso Sexual-Online Grooming, Exposición indeseada a contenido sexual por Sexting o Exhibicionismo y Difusión de información personal/Violación de la intimidad) y no-sexuales (Ciberacoso, Happy Slapping y presión/engaños para obtener información personal), tres clases de conductas de riesgo y/o antisociales online (antisociales sexuales, antisociales no-sexuales y auto-exposición al riesgo), siete estrategias de Mediación Parental en el uso de internet y dos estilos de afrontamiento ante experiencias indeseadas online.
Seis de cada diez adolescentes ha vivido alguna experiencia victimizante online durante el último año, siendo más habituales las relacionadas con el Ciberacoso (53%) que las de tipo sexual (40%), y observándose un frecuente solapamiento entre ambas (31%). La victimización juvenil online es mayor en las chicas que en los chicos e incrementa a lo largo de la adolescencia, especialmente aquella que tiene connotaciones sexuales, cuya edad de mayor riesgo es entre 14 y 17 años. No obstante, se observan patrones evolutivos distintos según el género y la forma concreta de victimización de que se trate. En general, los jóvenes asocian niveles elevados de malestar a estas experiencias, aunque su frecuencia sea baja.
Las cibervíctimas sexuales presentan una menor cohesión familiar, autoconcepto académico, familiar y emocional y hacen un mayor y más arriesgado uso de internet, que los jóvenes no cibervíctimas. La probabilidad de encontrar ciberpolivíctimas en este grupo es 115 veces mayor que la de encontrarlas entre los adolescentes que no experimentan victimización sexual online. Tienen seis veces más riesgo de sufrir Ciberacoso y diez de sufrir Happy Slapping.
Las cibervíctimas sexuales con una experiencia de victimización más severa son en su mayoría chicas entre 14 y 16 años con un elevado y arriesgado uso de internet, bajo autoconcepto físico y emocional, que han vivido más formas distintas de victimización online y con más frecuencia, y que manifiestan un mayor nivel de malestar, en comparación con los grupos de gravedad leve y moderada.
La polivictimización online no sólo es la norma entre las cibervíctimas, sino que se asocia a un mayor nivel de gravedad de la experiencia de victimización sexual online. Además, la victimización sexual online constituye un potente indicador de que el menor está experimentando polivictimización online.
En conclusión, este trabajo aporta por primera vez en nuestro país, información respecto a la epidemiología de la victimización juvenil online en ocho de sus modalidades. Se compara su incidencia a lo largo de la adolescencia en chicos y chicas y se analiza su co-ocurrencia, aportando una novedosa y valiosa información de cara a su prevención, intervención y estudio.
Así pues, la prevención de la victimización juvenil online ha de adoptar un enfoque holístico e integrador y la identificación de un menor que ha sido víctima de cualquier tipo de victimización online, especialmente si es de tipo sexual, debería ir acompañada de una exhaustiva evaluación de posibles victimizaciones de otro tipo, también fuera de la red, de cara a una adecuada intervención.
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