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El presente artículo se concibe como paso previo a estudios ulteriores, centrados todos ellos en una línea más amplia de investigación en curso. Se trata de profundizar en la comprensión de los criterios que regulan las nociones de éxito y fracaso escolar. Según el Informe 01/2009. Sistema educativo y capital humano (CES, 2009), un alumno con fracaso escolar es aquél “que no cumple con los requisitos educativos básicos” (CES, 2009: 25), lo cual incluye:
1) al alumnado que finaliza su etapa de Secundaria sin obtener, en el caso español, el título de Graduado en ESO. En España la proporción se sitúa en torno al 27%, si atendemos al período que abarca desde el curso 2001-2002 hasta el 2004-2005, con mínimas variaciones. No hay datos que permitan tener un atisbo del perfil que caracteriza a estos jóvenes (MEPSYD, citado en CES, 2009:26)
2) aquéllos que abandonan el sistema escolar de forma prematura (es decir, sin finalizar la etapa de escolarización obligatoria). En el 2006, en España nos situábamos en el 30%, uno de los más altos de la Unión Europea de los 27, duplicando la media de ésta (15,3%, según datos de Eurostat, citado en CES, 2009:30)
3) aquéllos que no alcanzan niveles óptimos en competencias clave. Según los diferentes Informes PISA (2000, 2003, 2006) para el contexto español se recoge una evolución negativa en las diferentes áreas de competencia (matemáticas, ciencias y lectura) (OCDE, citado en CES, 2009:34), lo cual incluye, por ejemplo, que nuestros alumnos “tienen problemas para aplicar la lectura al estudio (...) para entender y reflexionar sobre lo que leen”, problemas que, según el Informe PISA 2006, constituirá un obstáculo para su futuro acceso al mundo laboral, así como a programas formativos y educativos (CES, 2009:38)
Son tres síntomas de un mismo problema. El presente artículo nos permitirá, pues, empezar a ver lo que no dicen los informes, esto es, si resultan pertinentes o no los criterios sobre los que se hace énfasis de cara a aplicar los mecanismos de filtraje propios de la escuela, los criterios que regulan, en fin, qué es un alumno con éxito y qué es otro con fracaso escolar, cuestión importantísima si tenemos en cuenta que trae consecuencias reales para el alumno en cuestión y que marca sus proyectos y su itinerario vital. Para ello nos valdremos de material fílmico perteneciente a diversas películas francesas (un total de cuatro) que tratan la cuestión educativa y que abarcan un largo período, desde los tiempos de la Nouvelle Vague hasta nuestros días.
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