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La tesis se enmarca en el campo de investigación de la representación del poder político. Se estudia la construcción de la estructura representativa o discurso de la imagen de la monarquía en el ámbito de la Corona de Aragón, en el período de transición de los modelos medievales de representación a los modernos que el Humanismo italiano recupera de la Antigüedad en el siglo XV, a través del caso excepcional de Alfonso V el Magnánimo, desde su advenimiento al trono de Aragón en 1416 hasta su fallecimiento en 1458.
La investigación se concentra en el análisis de todos los testimonios materiales conservados en los que aparece representado el soberano o alguno de sus símbolos: los manuscritos correspondientes a la Biblioteca de los Reyes Aragoneses de Nápoles, los sellos y las monedas, las medallas, los mármoles, la arquitectura, la pintura, la cerámica y las obras literarias que le dedicaron sus humanistas. Dos de las principales aportaciones de la presente tesis doctoral las constituyen: de un lado, el estudio detallado y minucioso de los emblemas y lemas reales, principalmente el haz de mijo, el libro abierto y el siti perillós o silla peligrosa de la Leyenda Artúrica y los motes Iusticia serva et fove pauperem, Seguidors vencen, Virtut apurar no em fretura sola, Vir sapiens dominabitur astris, Fortitudo mea et laus mea et factus est michi in salutem y Dominus michi adiutor et ego despiciam inimicos meos; y, de otro, el examen de los De dictis et factis Alphonsi Regis Aragonum et Neapolis de Antonio Beccadelli, el Panormita como obra literaria que da a luz un nuevo príncipe para el Renacimiento, un soberano: cesáreo, virtuoso y humanista.
Se demuestra la elaboración de un programa político-cultural sobre el que el monarca lleva a cabo la edificación de su discurso de la imagen dirigido hacia la legitimación, la autoglorificación y la construcción de memoria. Concluyéndose que en la figura del Magnánimo se da una evolución desde la representación de tradición medieval, propia de la monarquía precedente de Aragón, a la moderna, en la que el modelo a seguir es el altoimperial romano, esencialmente la figura de Julio César. El punto de inflexión de dicho cambio se halla en el contacto con la Italia del Quattrocento, fundamentalmente con Filippo Maria Visconti, dux de Milán, en 1435 y la conquista de Nápoles en 1442. Los motivos: los derechos sucesorios del monarca al Reino de Nápoles, principalmente, y la necesidad de la puesta en escena de su figura política ante el panorama internacional. Ante una élite política y cultural, esencialmente italiana, con la que el soberano necesariamente se relacionaba y ante la que se representaba. Una élite que hablaba ya en el lenguaje de la Antigüedad clásica. Demostrándose, asimismo, que también forman parte de dicho discurso representativo elementos fácilmente reconocibles por el común de sus súbditos, como son el arco del triunfo de Castel Nuovo, de tremenda exposición pública, las monedas de vellón en circulación o las celebraciones públicas, como su entrada triunfal en la ciudad partenopea.The author examines how the political power base uses writing and images to construct a representation with which to legitimise itself and project itself into the future. She analyses the example of Alfonso the Magnanimous, who started a political-cultural programme aimed at creating a discourse of legitimisation with respect to the Kingdom of Naples and international politics.
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