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El objetivo del artículo es descubrir la forma en que la clase media inglesa de finales del siglo XVIII se servía de la escritura para la afirmación de un modelo de comportamiento propio frente al aristocrático, a través de las obras de Jane Austen. Si la ficción literaria en general, en la medida en que es representación, nos ilustra acerca de la imagen que una sociedad pretende dar de sí misma, la novela femenina inglesa de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX constituye, además, un agente activo en la construcción de dicha imagen, ya que trata de apropiarse de parte del espacio ocupado tradicionalmente por los manuales de conducta y ofrecer modelos ideales de comportamiento para los lectores. En este sentido, la obra de Jane Austen se sitúa en el seno de un doble proceso:. Por una parte, la transformación de la novela, que pasó de ser una forma de escritura vulgar, que debía ser apartada de los programas de lectura destinados a los jóvenes, a convertirse en un género literario autorizado, fuente de ejemplos y pautas de actuación ante cualquier situación de la vida cotidiana. Por otra, la creación de un sistema de valores propio de la burguesía que se enfrentaba al modelo aristocrático. En ese sistema de valores, escribir y leer constituían dos puntales básicos en cuanto que representaban la puerta de la instrucción y la información, que, a su vez, resultaban indispensables para garantizar el orden familiar y, por ende, el orden social.
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