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Addiction to products derived from the plant cannabis sativa has become a relevant
problem in western societies. Its prevalence in both teenagers and young adults
has grown in the last decade. The problem is aggravated by the availability of plant
derivatives with a high THC content. Today, the number of cannabis users requesting
medical treatment is growing, as well as the incidence and variety of the adverse effects
associated with its chronic consumption. On the other hand, the last 20 years' research
have revealed the hidden pharmacology of the active principles of cannabis. Cannabinoids,
the psychoactive chemicals of the plant, exert their pharmacological actions through
their interaction with an endogenous signaling system, the endocannabinoid system.
This system is involved in brain development, plasticity and repair, and its chronic
stimulation can induce not only dependence/addiction, but also result in adverse clinical
effects. The negative side of cannabis use has greatest impact in the adolescent period.
The main adverse effects of chronic cannabis use include the increase in the incidence
of mental disorders (mainly psychosis), as well as alterations in cognitive processes
including memory, attention, decision-making, risk behaviors as well as impulsivity. Some
of these effects are permanent and information and research on their nature is greatly
needed in order to achieve a correct public health approach to cannabis use.La adicción a los preparados de cannabis sativa es un problema relevante en nuestra
sociedad, con especial importancia durante la adolescencia. Su fácil disponibilidad y los
episodios adversos asociados a su abuso y/o dependencia han incrementado la demanda de
tratamiento derivada por su consumo. En los últimos 20 años se ha podido avanzar mucho
sobre la farmacología del cannabis y de sus principios activos, moléculas grasas que actúan
a través de un sistema de señalización endógeno denominado sistema endocannabinoide
implicado en el desarrollo y la plasticidad cerebrales. Su estimulación crónica puede inducir
no sólo dependencia y adicción, sino también derivar en consecuencias neurobiológicas
que tienen repercusión clínica. Así, por un lado se puede encontrar el incremento de
trastornos mentales tanto primarios como inducidos (trastornos del estado de ánimo,
trastornos de ansiedad y trastornos psicóticos) y por el otro, alteraciones en los procesos
cognitivos (memoria, atención, toma de decisiones, asunción de riesgos, control de
impulsos). Estas consecuencias son más graves si el consumo se realiza en la adolescencia.
Algunos de estos efectos son permanentes y el conocimiento de los mismos necesario
para una correcta atención sanitaria.
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