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Pelvic fractures have a wide spectrum of severity depending on the strength of the trauma, ranging
from low energy injuries, usually by lateral forces, until secondary lesions to high-energy trauma with pelvic ring
instability, and high rates of morbidity and mortality. High-energy pelvic fractures require advanced life support
and the first step in treatment is to reduce pelvic bleeding with external fixation and to continuing instability
embolization angiography techniques or packing. Later, when patient is hemodynamically stable the goal is to
achieve an anatomical reconstruction of pelvic ring which is considered nowadays the most powerful predictor of
functional recovery. Less invasive and percutaneous stabilization techniques have emerged in recent years. Nevertheless,
despite the progress in treatment, pain, sexual dysfunction or chronic persistent neurological problems
are associated with more severe injuries1-3.Las fracturas pélvicas se presentan con severidad variable, desde lesiones de baja energía, habitualmente
por compresión lateral, hasta lesiones secundarias a un traumatismo de alta energía con inestabilidad
del anillo pélvico, frecuentes lesiones asociadas y altas tasas de morbilidad y mortalidad. El tratamiento inicial de
estas severas lesiones se sustenta en la aplicación de protocolos de soporte vital avanzado, disminuir el sangrado
pélvico con medidas que reduzcan el volumen de la pelvis y estabilicen la lesión, como la fijación externa y ante
inestabilidad persistente técnicas de angiografía-embolización o empaquetamiento. Tras la estabilización inicial
del paciente el objetivo será la restauración anatómica del anillo pélvico predictora de la recuperación funcional.
Las técnicas de estabilización definitiva actuales evolucionan hacía técnicas menos invasivas y percutáneas con
el paciente preferentemente decúbito supino. A pesar de los avances en el tratamiento, el dolor, la disfunción sexual
o persistencia de problemas neurológicos crónicos se asocian a las lesiones más graves1-3.
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