alued day. This research focuses on the watercolorist of Ignacio Pinazo and watercolor Camarlench time aspect. So, from a specific analysis of the works of Pinazo water, watercolor localist acuarelísticas based on contributions from different Valencian artists discussed. Pinazo left of the academic productions, to develop a considerable experimental drive. Since its inception in the wash, gouache and watercolor, the learning process of the Valencian painter in these systems was unstoppable. He began his foray into the art of watercolor with the practice of gouaches and resolved studies with one or two color inks, motivated by Baroque models washes Alonso Cano, Murillo or Paul Potons, and years later by the acuarelística slope Mariano Fortuny. In principle, reasoned Pinazo developments in technical water since he enrolled in evening classes free of Natural and Color Drawing, taught by Professor Fernandez Olmos, (in the Academy of Fine Arts of San Carlos de Valencia, located at that time, in the old convent of the Carmelites). Below it is reflected passing through the night watercolor class, which from November 1874, opened the Scientific and Literary Atheneum. And after discussing these periods has deepened in the years of the artist pensioner in Italy (1876-1881), it is a very prolific and revealing in their acuarelístico corpus stage. Valencia example and parochial watercolor addressed in the fourth section of the thesis. First, the issue of cultural institutions, promoting watercolor develops in Valencia. To this end, the night watercolor class in the "Ateneo Scientific, Literary and Artistic" is a vital initiative set out in this unit of the thesis. Similarly the proposal of the Fine Arts (1894) explains, because after the success of the Ateneo de Valencia, with its night classes in watercolor, was the Fine Arts who dealt this activity. Many were the Valencian artists who cultivated watercolor during the last third and late nineteenth century, although the fence comes down to selecting the most representative names of our local school. For only the most productive watercolorists more influential in terms of its promoter and educational work, they have been considered in this investigation. For both, the figures included in the chapter on watercolor in Valencia that period are: Placido Frances y Pascual, Joaquín Agrassot, Francisco Domingo Marqués, Monleón Rafael Torres, Rafael Alberola Berenguer, Galup Francisco Miralles, Luis Franco Salinas, and Juan Vicente Poveda, Emilio Sala French, Cecilio Pla, Gabriel Puig Roda. Constantino Salvador Gomez, Isidoro Garnelo Fillol Jose Navarro Llorens, the Benlliure family (Blas, Jose Mariano, Juan Antonio and Peppino) and Joaquin Sorolla Bastida. The contributions of all these Valencian artists, forming the first "Valencian acuarelístico movement" can assert that the importance watercolor getting in the last third and Valencia late nineteenth century, has to do with the rapid effectiveness of groups watercolorists and the growing autonomous value of watercolor. Watercolor as an independent genre is underlined by the fact that its practitioners had the consciousness to give the place it deserved as a work of art in itself. So there was the general aspiration to germinate a hometown watercolor and adapt to all pictorial genres and a nascent acuarelística brewing tradition in Valencia. Most authors agree that the watercolor in the late nineteenth century down to the "vulgarization", because watercolorists were more concerned about mastering the technical difficulties of this system, which raise the question of the artistic category that had the time of the great masters. Therefore, despite the great acuarelística quality of many artists, they did not provide any new anchoring the watercolor art to a pure "mechanism". This stereotypical technical formulation, shared by the majority of Spanish watercolorists the last third of the nineteenth century, was only remedied thanks to the great contributions of some artists, who despite failing to stop the decline of watercolor itself stimulated a resurgence of same. Since then, although it will continue to use watercolor in all its styles, its purity sprout without prejudice to be expressed with particular washed-tones, transparencies and empty the inked paper attractions that characterize both. In the first third of the twentieth century the new generations of watercolorists had the transmission of a heritage acuarelístico inflicted by a local school of watercolor, forged by official bodies and societies but especially by the work of watercolorists before them. However, although many watercolorists mastered the technique, only a few went ahead with the progressive path that seemed to have taken this artistic genre in Valencia, from the last third of the previous century. Thus, despite the recession watercolor, supervening from the entrance of the twentieth century, painters and watercolorists Peppino Benlliure, Jose Genaro Lahuerta Segrelles and are increasingly vEsta investigación se centra en la faceta acuarelística de Ignacio Pinazo Camarlench y la acuarela de su tiempo. Así, a partir de un análisis específico de las obras al agua de Pinazo, se analiza la acuarela localista en base a las contribuciones acuarelísticas de diferentes artistas valencianos. Pinazo partió de las más académicas producciones, hasta desarrollar un considerable afán experimentador. Desde sus inicios en el lavado, la aguada y acuarela, el proceso de aprendizaje del pintor valenciano en estos sistemas fue imparable. Comenzó su incursión en el arte de la acuarela con la práctica de aguadas y estudios resueltos con una o dos tintas de color, motivado por los modelos barrocos de los lavados de Alonso Cano, Murillo o Pablo Potons, y años más tarde por la vertiente acuarelística de Mariano Fortuny. En principio, se ha razonado la evolución de Pinazo en las técnicas al agua desde que se matriculó en las clases nocturnas gratuitas, de Dibujo del Natural y Colorido, impartidas por el profesor Fernández Olmos, (en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, ubicada, por aquel entonces, en el viejo convento de las Carmelitas). A continuación se ha reflejado su paso por la clase nocturna de acuarela, que a partir noviembre de 1874, abrió el Ateneo Científico y Literario. Y tras comentar estos periodos se ha profundizado en los años de pensionado en Italia del artista (1876-1881), pues es una etapa muy prolífica y reveladora en cuanto a su corpus acuarelístico. En el cuarto apartado de la tesis se aborda el ejemplo valenciano y la acuarela localista. En primer lugar se desarrolla el tema de las instituciones culturales, promotoras de la acuarela en Valencia. A tal efecto, la clase nocturna de acuarela en el “Ateneo Científico, Literario y Artístico” es una imprescindible iniciativa que se expone en esta unidad de la tesis. Del mismo modo se explica la propuesta del Círculo de Bellas Artes (1894), ya que después del éxito obtenido por el Ateneo de Valencia, con sus clases nocturnas de acuarela, fue el Círculo de Bellas Artes quien se ocupó esta actividad. Muchos fueron los artistas valencianos que cultivaron la acuarela durante el último tercio y finales del siglo XIX, aunque el cerco se reduce a la hora de seleccionar los nombres más representativos de nuestra escuela local. Pues únicamente los acuarelistas más productivos a más de influyentes, en cuanto a su labor promotora e instructiva, han sido considerados en esta investigación. Por los tanto, las figuras que se incluyen en el capítulo sobre la acuarela en Valencia de dicho periodo son: Plácido Francés y Pascual, Joaquín Agrassot, Francisco Domingo Marqués, Rafael Monleón Torres, Rafael Alberola Berenguer, Francisco Miralles Galup, Luís Franco Salinas, Vicente Poveda y Juan, Emilio Sala Francés, Cecilio Pla, Gabriel Puig Roda. Constantino Gómez Salvador, Isidoro Garnelo Fillol, José Navarro Llorens, la familia Benlliure (Blas, José, Mariano, Juan Antonio y Peppino) y Joaquín Sorolla Bastida. Las aportaciones de todos estos artistas valencianos, conformadores del primer “movimiento acuarelístico valenciano”, podemos asentar que la importancia que consigue la acuarela en la Valencia del último tercio y finales del siglo XIX, tiene que ver con la rápida efectividad de las agrupaciones de acuarelistas y el creciente valor autónomo de la acuarela. La acuarela como género independiente queda subrayada por el hecho de que sus cultivadores tuvieron la conciencia de darle el lugar que se merecía como obra de arte por sí misma. Por lo que existió la aspiración general de germinar una acuarela localista y adecuarla a todos los géneros pictóricos, fraguando así una naciente tradición acuarelística en Valencia. La mayoría de los autores coinciden en que la acuarela hacia finales del siglo XIX descendió hasta la “vulgarización”, pues a los acuarelistas les preocupaba más dominar las dificultades técnicas de este sistema, que la cuestión de elevarlo a la categoría artística que tuvo en la época de los grandes maestros. Por ello, y pese a la gran calidad acuarelística de muchos artistas, éstos no aportaron novedad alguna anclando al arte de la acuarela hacia un puro “mecanismo”. Esta estereotipada formulación técnica, compartida por la mayoría de los acuarelistas españoles del último tercio del siglo XIX, solo fue subsanada gracias a las geniales contribuciones de algunos artistas, que pese a no lograr detener la declive de la acuarela, sí estimularon cierto resurgimiento de la misma. Desde entonces, aunque la acuarela se seguirá empleando en todos sus estilos, su pureza brotará sin prejuicios para ser expresada con sus particulares tonos desleídos, las transparencias de los entintados y los atractivos vacíos del papel que tanto la caracterizan. En el primer tercio del siglo XX las nuevas generaciones de acuarelistas contaron con la transmisión de un patrimonio acuarelístico propinado por una escuela local de acuarela, forjada por los órganos oficiales y las sociedades pero, sobre todo, por la labor de los acuarelistas que les precedieron. Sin embargo, aunque muchos acuarelistas dominaban la técnica, solo unos pocos siguieron adelante con el progresivo trayecto que parecía haber emprendido este género artístico en Valencia, desde el último tercio del siglo anterior. Así, a pesar de la recesión de la acuarela, sobrevenida a partir de la entrada del siglo XX, pintores acuarelistas como Peppino Benlliure, José Segrelles y Genaro Lahuerta, son cada día más valorados.