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Garrigós Llorens, Laura
Beltrán Llavador, Rafael (dir.); Canet Vallés, José Luis (dir.) Departament de Filologia Espanyola |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2015 | |
Se reconoce unánimemente que la obra poética de Francisco Imperial (c. 1372-c. 1409), fue fundamental para el inicio y desarrollo de la poesía alegórica en España, teniendo en cuenta su esfuerzo ímprobo por asimilar y dar a conocer en verso castellano la riqueza de sabiduría y estilo de la Divina Comedia de Dante. Después de casi cuarenta años de publicación de la única edición conjunta de la obra del poeta genovés, a cargo de Colbert I. Nepaulsingh (1976), y habiéndose realizado grandes avances en este tiempo, tanto en la apreciación general de la poesía cancioneril castellana y europea, como en la valoración particular de muchos de sus poetas, desde el punto de vista estrictamente filológico (ediciones críticas) e interpretativo, esta tesis se propone la revisión completa de la obra de Imperial, a partir del análisis pormenorizado y la revaluación de cada uno de sus poemas conservados...
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Se reconoce unánimemente que la obra poética de Francisco Imperial (c. 1372-c. 1409), fue fundamental para el inicio y desarrollo de la poesía alegórica en España, teniendo en cuenta su esfuerzo ímprobo por asimilar y dar a conocer en verso castellano la riqueza de sabiduría y estilo de la Divina Comedia de Dante. Después de casi cuarenta años de publicación de la única edición conjunta de la obra del poeta genovés, a cargo de Colbert I. Nepaulsingh (1976), y habiéndose realizado grandes avances en este tiempo, tanto en la apreciación general de la poesía cancioneril castellana y europea, como en la valoración particular de muchos de sus poetas, desde el punto de vista estrictamente filológico (ediciones críticas) e interpretativo, esta tesis se propone la revisión completa de la obra de Imperial, a partir del análisis pormenorizado y la revaluación de cada uno de sus poemas conservados, a la luz de las interpretaciones que proporcionan los estudios críticos más recientes.
Tras la Introducción del cap. 1, en el capítulo 2 se aportan los pocos datos biográficos que hasta el momento se tienen de Imperial, empezando por la rúbrica con que Juan Alfonso de Baena confirma su origen genovés («… miçer Françicsco Imperial, natural de Jénova, estante e morador que fue en la muy noble çibdat de Sevilla») y siguiendo por la revisión de datos que confirman su figura como la de una personalidad socialmente muy relevante en la Sevilla de las primeras décadas del siglo XV.
En el capítulo 3, «Los tres poemas de Imperial en torno al tema de la fortuna», se estudia el papel de la fortuna en: «No ay braço tan luengo que pueda» (CB 548; ID0505), respuesta a Fernán Pérez de Guzmán que supuso la primera aportación de Imperial al tema de la Fortuna; y «¡Oh, Fortuna! çedo prive» (CB 245; ID0531) y «Señor, Maestro onrado» (CB 247; ID1381), que constituyen preguntas y respuestas en el diálogo poético sostenido con Alonso de la Monja. Previamente se comentan los antecedentes poéticos del tema de la Fortuna en la poesía italiana y la novedad de la aportación de Imperial a la poesía castellana, dentro de la fidelidad a la idea dantesca de Fortuna como ente creado por la divinidad para distribuir los bienes divinos en la tierra.
En el capítulo 4, «Debate en torno a la Estrella Diana», se estudia el papel del personaje alegórico de la Estrella Diana, presente en varios de sus poemas, entre los que destacan «Non fue por cierto mi carrera vana» (CB 231; ID1366), «Voluntad sin orden fue, non sana» (CB 232bis; ID1368) y «Ante la muy alta corte» (CB 234; ID0539). Se valoran las distintas posturas críticas en torno a los posibles referentes reales o literarios de la alegoría de Imperial y se refuerza la opinión de que el poeta jugaba con la ambigüedad en la indeterminación de esos referentes.
En el capítulo 5, «La figura de Angelina de Grecia», se aportan datos sobre la figura de esta dama que llegó como esclava a la corte castellana a partir de la famosa embajada al Gran Tamorlán y que despertó el interés de la sociedad cultivada de la época y de nuestro poeta. Prueba de ello son los poemas que le dedica: «Grant sosiego e mansedumbre» (CB 240; ID1375) y «Cativa, muy triste e desaventurada» (CB 237; ID1372).
En el capítulo 6, «Isabel González en el Cancionero de Baena», se explora la existencia de Isabel González como personaje de escritora, poeta e intelectual culta, de quien desgraciadamente no conservamos ningún poema. Se analizan en este apartado no sólo las composiciones dedicadas por Imperial a la dama –«El dios de amor, el su alto imperio» (CB 238; ID1373) y «Embiaste mandar que vos ver quisiese» (CB 239; ID1374) –, sino también las de Martínez de Medina.
En el capítulo 7, «La crítica de Francisco Imperial a la ciudad de Sevilla», se recogen tres poemas agrupados por la dedicación a la villa hispalense: «Por Guadalquivir arribando» (CB 248; ID1382), «Abela, çibdat de grant fermosura» (CB 241; ID1376) y «En un fermoso vergel» (CB 242; ID1377). En el último, el poeta lanza una acusación indirecta contra la ciudad, que aparece personificada como bella dama guerrera que quiere humillar al poeta como venganza por haber criticado su falta de humildad y su nulo deseo de regeneración.
En el capítulo 8, «La adivinanza», estudiamos cómo Imperial hace uso de una de las variedades de pregunta poética que más interesó a los poetas del siglo XV: la adivinanza o enigma. El poeta propone a Álvarez de Villasandino la adivinanza «Yo me só uno que bivo» (CB 243; ID1378), buscando una respuesta que permita elaborar una discusión más, y lo más ingeniosa posible, en torno al amor.
El capítulo 9, «Decir al nacimiento de Juan II», abre en el Cancionero de Baena una sección de poemas dedicados a dignificar el nacimiento del futuro monarca Juan II, en quien Imperial concentra –de acuerdo con los tópicos de este tipo de laudes al recién nacido, si ha de reinar– sus esperanzas de cambio político y social. Pero al convocar a los siete planetas y a la Fortuna para contemplar el milagroso nacimiento del príncipe, Imperial propone y logra difundir el uso de originales símbolos y formas para un tema nuevo en la poesía castellana de su tiempo.
En el capítulo 10, «Decir de Imperial a Fernando de Antequera», nuestro poeta, en la segunda de las dos únicas composiciones dedicadas a monarcas, elogia al infante de Castilla, futuro rey de Aragón.
El capítulo 11 está dedicado a la composición más conocida e importante de Imperial, el «Decir a las siete virtudes», donde más evidente y notoria es la influencia de Dante y de su Divina Comedia. Imperial contrapone a las siete virtudes del Cristianismo (las tres teologales y las cuatro cardinales), siete pecados representados en forma de serpientes, cuyos nombres y descripción plantean toda una serie de problemas a la hora de desentrañar sus significados y el alcance de éstos.
En el capítulo 12, «Poemas atribuidos a Francisco Imperial en otros cancioneros», se analiza la posible autoría de dos composiciones atribuidas a Imperial: «Solo en l’alva pensoso estando», presente en el Cancionero de Palacio, y «En un espantable temeroso», que trasmite el Cancionero de Gallardo o de San Román.
El penúltimo capítulo, 13, recoge brevemente las conclusiones de la tesis. Y, por último, se ofrece el repertorio de la bibliografía consultada.
La tesis intenta, por tanto, llevar a cabo una revisión detallada y profunda de cada uno de los poemas de Micer Francisco Imperial, apoyada en las nuevas posibilidades instrumentales del análisis filológico (diccionarios en red, cotejo con fuentes italianas) y en las aportaciones de nuevos estudios interpretativos de algunos de sus poemas. Tratamos de hacer hincapié y aquilatar al máximo las evidentes influencias que Dante y su obra cumbre pudieron ejercer en el genovés. Pues para Imperial, como poeta con el italiano como lengua de origen, el hecho de poder conocer y entender cabal y directamente la Divina Comedia supuso evidentemente una ventaja, al contar con el acceso directo a una fuente de saber, teología, moral, retórica y léxico; y al contar, por todo ello, con un ejemplo inestimable a imitar. Pero la responsabilidad de tener la vía abierta a aquel modelo de tanta altura supondría a la vez para Imperial, sin duda, la responsabilidad del buen discípulo de haber de superar con una mínima dignidad unos retos ideológicos y artísticos, en un camino henchido de dificultades de todo tipo. Y por ello sus logros tuvieron que ser en su época y son todavía para nosotros difíciles de entender.
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