|
Esta tesis es el resultado de los trabajos realizados dentro del equipo de investigación Estructura Social y Territorio-Arqueología del Paisaje (EST-AP), perteneciente al Instituto de Historia (CSIC) desde el año 2006, gracias al apoyo de diferentes proyectos nacionales e internacionales (ZOMIPO, TERRITORIA, CIVITAS, MINCINEP, CHERISCAPE…), así como convenios con diferentes instituciones. En ella se analiza la evolución del poblamiento y el territorio entre la Edad del Hierro y la época romana en una zona transfronteriza entre España y Portugal. Concretamente se han estudiado las comarcas zamoranas de Aliste y Sayago, y los concelhos de Miranda do Douro y Mogadouro en Tràs-os-Montes oriental, zonas con un poblamiento en la antigüedad de carácter rural y disperso.
El marco de la investigación ha sido la Arqueología del Paisaje, que permite establecer, a partir de diferentes fuentes de información (arqueológicas, espaciales, escritas…), la relación de las comunidades con el marco que habitaron, modificaron y se apropiaron, entendiéndose el paisaje como un entorno antropizado y un espacio social.
Los trabajos han permitido documentar los profundos cambios que se produjeron en el área estudiada tras la conquista. Dichos cambios se observan a nivel territorial, productivo y social. De esta forma, durante la Edad del Hierro se desarrolló un modelo de ocupación caracterizado por el castro, un tipo de hábitat fortificado con al menos una línea de muralla, a la que se puede añadir otros elementos como fosos o campos de piedras hincadas. Los castros, por lo general se sitúan en puntos destacados en su entorno inmediato y eran habitados por pequeñas comunidades de tendencia autárquica, muy independientes y no jerarquizadas, que explotaban dicho entorno obteniendo los recursos necesarios para su mantenimiento.
Tras la conquista el territorio pasó a integrarse en el marco administrativo impuesto por Roma, reorganizándose bajo civitates, conventus y provincias, y estableciéndose una serie de nuevas cargas fiscales y tributos, calculados a partir de los recursos y la población que habitaba dichas civitates. En esta situación, aunque algunos castros siguieron ocupados, se desarrollaron nuevos tipos de hábitat, y se ocuparon áreas hasta ese momento abandonadas, como parte de las penillanuras mirandesa y sayaguesa o el valle del Aliste.
Al mismo tiempo dentro de las comunidades se desarrollaron y consolidaron desigualdades sociales, apareciendo unas nuevas elites que se diferenciaron a través del registro material y la epigrafía. Estos grupos serán los encargados de canalizar las cargas tributarias impuestas por Roma a sus comunidades, entre las cuales también se encontrarían los trabajos en las explotaciones auríferas que se han documentado en Pino del Oro o França.
La nueva realidad administrativa y social también conllevó un cambio en los modelos productivos, con una tendencia hacia la intensificación, por medio de la ocupación de mejores áreas para la explotación agropecuaria o bien por el desarrollo de infraestructuras agrícolas, como las terrazas de cultivo documentadas en Villardiegua de la Ribera. Esta intensificación responde a la necesidad de hacer frente a esos nuevos impuestos, así como la conexión de estos territorios con las redes comerciales a partir del desarrollo de todo un nuevo sistema viario.
|