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Más allá de las siempre necesaria reivindicación de una "cuota rosa" que incentive la presencia y el reconocimiento de la labor de las actrices y dramaturgas en el panorama actual, el presente texto de Laura Curino plantea un repaso, al tiempo que una reflexión, sobre la evolución de su propio teatro tomando como hilo conductor el peso de los papeles femeninos en su producción teatral. De este modo, la actriz y dramaturga recorre su trayectoria teatral desde sus primeras obras en el seno del fundamental grupo Laboratorio Teatro Settimo Torinese durante los años 80 (donde participó activamente en obras como Kanner puro, Affinità o Istinto occidentale) , hasta la consideración de su obra posterior en cuanto actriz-narradora solista, en la que destacan, por citar tan solo unas pocas, obras como las exitosas Passione (1992), Olivetti (1996) o Adriano Olivetti (1998), esta última representada junto a Mariella Fabbris y Lucilla Giagnoni.
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