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Aguado Pérez, Marta
Ponce Marco, José Luis (dir.); Pérez Folqués, Jose Eduardo (dir.); Girbés Borrás, Juan (dir.) Departament de Cirurgia |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2015 | |
La obesidad constituye hoy en día uno de los principales problemas de salud pública en todos los países desarrollos debido al incremento de su prevalencia, al mayor riesgo de morbimortalidad por complicaciones médicas asociadas y al coste sanitario derivado de la misma. Es un importante factor de riesgo cardiovascular y se asocia con enfermedades como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipemia, síndrome de apnea obstructiva del sueño, ciertas formas de cáncer y es motivo de incapacidades muy invalidantes debido a patología osteoarticular.
Aproximadamente un tercio de la población occidental padece obesidad en algún grado. En Europa, la prevalencia varía considerablemente según los países y dentro de cada país, según qué regiones. Se estima que más de la mitad de los europeos entre 35 y 65 años tienen sobrepeso o son obesos. El sobrepeso es más frecuente en los varones y l...
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La obesidad constituye hoy en día uno de los principales problemas de salud pública en todos los países desarrollos debido al incremento de su prevalencia, al mayor riesgo de morbimortalidad por complicaciones médicas asociadas y al coste sanitario derivado de la misma. Es un importante factor de riesgo cardiovascular y se asocia con enfermedades como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipemia, síndrome de apnea obstructiva del sueño, ciertas formas de cáncer y es motivo de incapacidades muy invalidantes debido a patología osteoarticular.
Aproximadamente un tercio de la población occidental padece obesidad en algún grado. En Europa, la prevalencia varía considerablemente según los países y dentro de cada país, según qué regiones. Se estima que más de la mitad de los europeos entre 35 y 65 años tienen sobrepeso o son obesos. El sobrepeso es más frecuente en los varones y la obesidad en las mujeres. La obesidad es más frecuente en ambiente urbanos que en rurales y en niveles socio-económicos bajos que en clases acomodadas.
En Estados Unidos, un 5% de los adultos tienen un IMC superior a 40 Kg/m2. La prevalencia d la obesidad ha crecido de forma sostenida durante los últimos 20 años. En el año 2000, cerca de dos tercios de los ciudadanos norteamericanos tenían obesidad o sobrepeso. Esta tendencia es ominosa ya que la obesidad mórbida predispone a padecer patologías que afectan prácticamente a todos los órganos. Se estima que en Estados Unidos se producen 300.000 muertes anuales debidas a la obesidad y si la tendencia sigue así la obesidad pronto desplazara al tabaco como primera causa de muerte en la población general. Actualmente, 9 millones de obesos norteamericanos necesitan tratamiento.
La situación en España no es diferente; según el Documento de Consenso publicado por la Sociedad Española para el estudio de la Obesidad en 2000, un 38% de la población adulta presenta sobrepeso y un 14,5% obesidad (13,4% en hombres y 15,7% en mujeres). En la población infantil ya se vislumbra el problema en toda su magnitud, ya que el 26,3% de nuestros niños tienen sobrepeso y 13,9% son obesos.
Cuando la obesidad sobrepasa ciertos límites, las consecuencias en los diferentes indicadores de salud pueden ser devastadoras. La obesidad se asocia con un incremento de la mortalidad (3) y es un factor de riesgo independiente para la cardiopatía isquémica. La asociación de la obesidad con el aumento de la presión arterial sistólica y diastólica, y con el aumento de los valores del colesterol, triglicéridos y colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad está bien documentada, así como el riesgo de desarrollar diabetes mellitus, aún de forma independiente a otros factores de riesgo, como antecedentes familiares y edad. Asimismo, se ha observado una asociación entre obesidad y aparición de cáncer en distintas localizaciones (mama, colon, próstata, riñón, endometrio y vesícula biliar). También se asocia a esteatosis hepática, a afectación de articulaciones por sobrecarga (rodillas, caderas) y por probables efectos metabólicos (osteoartritis en manos), a trastornos respiratorios durante el sueño, a complicaciones durante el embarazo (malformaciones fetales por alteración del tubo neural, mayor riesgo de cesárea) y trastornos psiquiátricos.
El abordaje terapéutico de la obesidad está basado en el tratamiento combinado con medidas dietéticas, ejercicio, fármacos y modificación de los hábitos de conducta, pero rara vez producen una pedida de peso sostenida en el tiempo. Se estima que siguiendo estas recomendaciones hasta un 95 % de los pacientes recuperan o superan el peso inicial a los 2 años.
Revisiones sistemáticas y metaanálisis recientes demuestran que la cirugía es más efectiva que el tratamiento convencional para conseguir pérdidas de peso a largo plazo y mejorar la calidad de vida y algunas comorbilidades. A pesar de su superioridad, se trata de una cirugía abdominal de alto riesgo, tanto por la complejidad de los pacientes obesos como de las propias técnicas quirúrgicas. Po ello, la práctica de la cirugía bariátrica debe ser realizada por un equipo multidisciplinario y estar sujeta a unas estrictas normas de selección de los pacientes, a una protocolización y a un adecuado seguimiento clínico a largo plazo.
El general, el tratamiento quirúrgico se basa en dos principios: limitar la ingesta de alimentos mediante una disminución del volumen gástrico (mecanismo restrictivo) y modificar la fisiología de la digestión e inducir una malabsorción parcial, acortando el recorrido de los alimentos a través del intestino (mecanismo derivativo). A partir de estos mecanismos, existen diferentes opciones quirúrgicas, que pueden clasificarse en las categorías siguientes: procedimientos restrictivos, malabsortivos o mixtos. Los diferentes procedimientos pueden realizarse tanto por vía abierta como laparoscópica.
Las indicaciones actuales de la cirugía bariátrica, basados en los criterios establecidos en 1991 por un comité de expertos de los NIH de Estados Unidos, se recogen en la declaración de Salamanca de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO). Son las siguientes:
Obesidad con IMC> o = 40 o < 35-39.9 kg/m2 con comorbilidades mayores
Edad entre 18 y 55, según caso clínico
Duración de la obesidad mórbida superior a 5 años
Fracasos previos del tratamiento médico
Ausencia de enfermedad psiquiátrica y/o trastornos de la conducta alimentaria activa y de abuso de drogas y/o alcohol
Capacidad para comprender, comprometerse y adherirse a los cambios que supone la cirugía bariátrica
Ausencia de enfermedad endocrinológica que justifique la obesidad y de otra enfermedad que contraindique la cirugía
Las posibles complicaciones de la cirugía bariátrica se dividen en complicaciones postoperatorias tempranas, donde se incluyen la fuga o estenosis de anastomosis, perforación intestinal, infección de herida quirúrgica, absceso intraabdominal, rotura esplénica, trombosis venosa profunda, tromboembolismo pulmonar, neumonía, obstrucción intestinal, hemorragia digestiva, entre otras (15), y las complicaciones postoperatorias tardías, como estenosis u obstrucción de la anastomosis, ulcera de la boca anastomótica, hernia incisional, dilatación del reservorio gástrico, disfagia, reflujo gastroesofágico, vómitos, diarrea, deficiencias nutricionales, fracaso de la pérdida de peso o reganancia de peso y complicaciones psicológicas como depresión.
Desafortunadamente, no existe el tratamiento quirúrgico ideal. Cada técnica tiene ventajas e inconvenientes, pero en cualquier caso exige al paciente controlar su ingesta de por vida, hacer ejercicio diariamente, tomar suplementos orales y /o parenterales a largo plazo y mantener el seguimiento una vez estabilizada la pérdida de peso. Por tanto, la elección debe individualizarse, dependiendo de la experiencia del equipo quirúrgico y las características del paciente.
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