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Una sola muerte numerosa llegó a mis manos hace ya algunos años, cuando comencé a explorar el mundo de la literatura testimonial de los supervivientes argentinos de la última dictadura militar. Desde entonces hasta ahora volví a él muchas veces en busca de respuestas que han provocado siempre más interrogantes y han motivado cada vez más reflexiones. Por eso me prometí conocer algún día a su autora sin que mediaran entre ella y yo las páginas de sus libros. Así fue, la contacté vía correo electrónico y su respuesta no tardó ni un día en llegar. Los correos fueron y vinieron un buen puñado de veces con explicaciones, correcciones y agregados. Su desvelo por contestar las preguntas de mi entrevista de la forma más completa y aclaratoria posible, debo confesar, no me impresionaron, más bien diría que me causaron emoción. Ese compromiso con la memoria, ese colocarse a sí misma en el nudo de los problemas del pasado, esa forma de habitar el dolor y transmutarlo en acción, en buena energía, en vida, me conmovieron tanto como ya lo habían hecho sus textos. En 1977 Nora Strejilevich fue secuestrada y recluida en el centro de detención clandestino denominado Club Atlético, en plena Capital Federal. Cuando logró ser liberada, se exilió en Israel, primero, y más tarde llegó, luego de algunas escalas, a Estados Unidos, previo doctorarse en Canadá con una tesis sobre el género testimonial. En 1997 publicó en Miami Una sola muerte numerosa, su propio testimonio sobre el secuestro y la tortura perpetrada por los militares durante la última dictadura, uno de los que mayores repercusiones internacionales ha tenido hasta la fecha. La primera edición en español recién apareció en Argentina en 2006, bajo el sello de la editorial Alción, que la ha reeditado varias veces. También fue traducido recientemente al alemán, en 2014. En 2006 la editorial argentina Catálogos publicó el ensayo El arte de no olvidar. Literatura testimonial en Chile, Argentina y Uruguay entre los 80 y los 90, dedicado pura y exclusivamente al análisis del testimonio concentracionario post-dictatorial en el Cono Sur. Ahora mismo se encuentra a punto de finalizar un nuevo volumen, posible continuación de ese primer ensayo, en el que profundiza muchas de las consideraciones que desde hace años viene realizando desde el ámbito académico y también desde la creación literaria. Sus palabras son indispensables porque tienen un doble valor, como testigo protagonista y también como observadora y crítica, como lo demuestran no solo sus ensayos sino sus múltiples artículos dispersos en diversos volúmenes y revistas. Cada uno de sus textos significan un aporte sustancial y necesario para un proceso de elaboración del pasado que sigue demandando una reflexión profunda y transformadora en todos los espacios sociales, ya que, como ella misma apunta, todos nosotros conformamos una “sociedad superviviente”.
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