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Me voy a ocupar del tema de la «identificación”. Pero quisiera precisar que no es mi intención atenerme de modo estricto al espléndido trabajo del profesor Strawson, desplegado en su libro Individuals. Mi propósito es ampliar su tratamiento de la identificación y dramatizar algunos aspectos del problema que no fueron considerados por él. Es decir, recurriré a otras fuentes de información que no fueron consignadas en su obra, pero que ponen de manifiesto algunos elementos importantes del problema. Y que son elementos paradójicos porque contribuyen a crear una falsa creencia en la racionalización que se realiza mediante la identificación. Pues quisiera sugerir que ésta, la identificación, está lejos de constituir un recurso plenamente racional con el que ponemos en orden nuestro trato con las cosas. De manera tal que, cuando identificamos un individuo, queda en el fondo de su objetividad un núcleo de irracionalidad que sostiene, en definitiva, la individualidad estricta y que la hace paradójica. Pues una paradoja es, en cualquier caso, una creencia ficticia. Ciertamente, entre los griegos la doxa era una forma de conocimiento inferior a la plena diánoia. Pero también encierra una guome, una interpretación que adopta visos de verosimilitud. Y, en nuestro caso, es oportuno hablar de la opinión que tenemos sobre la individualidad pues, como intentaré precisar, ésta no se constituye mediante una rotunda racionalidad. Por tanto, quisiera ocuparme de las trampas que encierra nuestra creencia en los individuos. O, dicho de otra manera, quisiera reflexionar con ustedes sobre los límites que encierra la identificación de lo individual que, en la medida en que son ignorados cuando hablamos de los individuos, generan una falsa creencia en su evidencia.
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