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Jurgen Habermas constituye uno de los casos más notables de incursión en terrenos filosóficos ajenos. Es asombrosa su capacidad por registrar las más variadas teorías y encasillarías en filiaciones doctrinales sutilmente diferenciadas o ensambladas con criterios formales no menos sutiles. La información que proporciona así es abrumadora y parece calar en las motivaciones más recónditas de las teorías expuestas. Sin embargo, esa admiración cede un tanto cuando se quiere precisar cuál es, en rigor, la propia concepción de Habermas, su contribución personal a la comprensión de un tema ampliamente desplegado por él mismo en la exposición de teorías ajenas. Al menos, ese recelo me ha asaltado con motivo del problema del «mundo de la vida», uno de los más reiterados en los escritos de Habermas de la última década. Lo extraño es que aparece referido a autores que no hicieron uso de tal denominación y que, por tanto, es dudoso que hubieran sostenido una teoría sobre el «mundo de la vida». Sería menos sorprendente que Habermas discrepara de otros pensadores que realmente sí apelaron a dicho tema, si él, por su cuenta, expusiera con la suficiente amplitud, su propia concepción. Pero, por desgracia, este no es el caso. Así, rechaza la fundamentación subjetivista que del «mundo de la vida» hicieron Husserl y sus seguidores más próximos (como Alfred Schutz y Thomas Luckmann). Lo cual sería plausible si estuviera acompañado por una amplia y detenida investigación de lo que es la subjetividad que debe suplir a la que se rechaza. Pues Habermas no duda en admitir que la «personalidad» es uno de los componentes del «mundo dc la vida» (junto con la «cultura» y la «sociedad»). Y parece que esa «personalidad» es una de las víctimas de las deformaciones o «colonizaciones» que se ceban en el «mundo de la vida». Todo ello parece reclamar, por tanto, un examen exhaustivo de esa «subjetividad» o «personalidad» que lo mismo puede perjudicar la comprensión del «mundo de la vida» como coopera positivamente en su interpretación. Por desgracia. ese examen está ausente de la obra de Habermas y difícilmente puede ser suplido por el desfile abrumador de las versiones de ese tema en teorías ajenas que despliega Habermas. Estos son los motivos que me han animado a realizar una breve reconstrucción de la teoría de Husserl sobre el «mundo de la vida» y no sólo porque él haya sido el primer autor de reconocida importancia que haya utilizado ese término, sino porque su teoría tiene una complejidad que, al menos, reclama una consideración pormenorizada para aceptarla o rechazarla, más detenida que la limitada a lamentar sin más su «subjetivismo».
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