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El desarrollo de las nuevas tecnologías en las últimas dos décadas está generando importantes cambios en la manera que tiene el público de acceder a la información; de evaluarla y opinar sobre ella; de socializar con los demás individuos de su entorno y con la versión extendida que supone el entorno conformado en Internet; y, por último, para adoptar consecuencias políticas a partir de las informaciones y opiniones que recibe y que también aporta. Este artículo busca escarbar en dichos cambios centrándose en dos fenómenos de movilización social particularmente importantes en España. Por un lado, los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid, que generaron un proceso acelerado de formación de la opinión pública en modo alguno ajeno a los resultados electorales de los comicios que tuvieron lugar tres días después, el 14 de marzo. Por otro, las movilizaciones surgidas en las plazas de las principales ciudades españolas como consecuencia de la gran manifestación del 15 de mayo de 2011 en Madrid, convocada por diversas organizaciones ciudadanas y cuya convocatoria fue difundida fundamentalmente a través de Internet. Un movimiento que acabó conociéndose como b#15Md, en referencia a la indisoluble unión del movimiento con la dinámica propia de las redes sociales (Twitter, en particular). Entre ambos fenómenos media un espacio de siete años. El papel de las nuevas tecnologías, del público y de los medios convencionales, e incluso la propia naturaleza de dichas tecnologías (y también del público, y de los medios convencionales, aunque en menor medida), ha experimentado importantes cambios a lo largo de este tiempo. Sin embargo, la naturaleza de ambos fenómenos es, esencialmente, la misma. Como veremos, en ambos casos se trata de dinámicas generadoras de un contrapoder, por parte de la ciudadanía, opuesto a los poderes convencionales, o que como mínimo buscaban influir poderosamente sobre ellos.
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