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No cabe sorprenderse de que, en este contexto de medios de comunicación y públicos cada vez más fragmentados, los criterios de noticiabilidad se vuelvan más plurales, y también más laxos. Más plurales, porque se dirigen a públicos de intereses más específicos, y más laxos, porque muchas veces se obvian los mencionados criterios de noticiabilidad en pro de un pretendido “periodismo de escándalos” o “periodismo confidencial” que ofrecen al público unos contenidos que no tienen cabida en los medios tradicionales por su potencial supuestamente trasgresor, su carácter secreto y, las más de las veces, por acomodarse mejor en la categoría del rumor que en la de la noticia confirmada.
Este periodismo confidencial, particularmente activo en la red española, cuenta con importantes diferencias respecto de sus antecedentes impresos y (en mucha menor medida) audiovisuales, las cuales generan, a su vez, una serie de efectos, de carácter contradictorio, en la configuración de la esfera pública.
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