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The burst bubble of the welfare society has tested the strengths of the addiction
treatment sphere in the Valencian Community, which was a state benchmark almost
twenty years ago, for its approaches and ability to structure the participation of
NGOs. Public administration has however taken a step backward in the public health
sphere, generating chain reactions in the last few years. Most NGOs find themselves
in a deep process of change, which is sometimes vengeful, where it seems that profit
criteria ignore the social component. A lot of them have turned into public service
managers 'and become settled in this role' and, in some cases, have turned into the
tool used by private enterprises to get into public tenders. Other organizations have
disappeared, but some of them survive largely due to volunteers. Public administration
should ensure pluralism in services, or assume responsibility for the consequences
involved by going for a single treatment model, specifically in the field of addictions.
Transparency and quality are the basis for building the future of the Third Sector
associations, especially in the field of the addictions. One of the main challenges facing
us perhaps involves organizations and their relationship with civic society. They must
be able to transmit the added value that they provide to active citizenship, in order to
be recognized as relevant social agents.La explosión de la 'burbuja del bienestar' ha puesto a prueba las costuras de la red
de tratamiento de las adicciones en la Comunidad Valenciana, que hace casi veinte
años era un referente estatal por sus planteamientos y capacidad para vertebrar la
participación de las ONG. No obstante, la administración pública ha dado un paso atrás
en este espacio sociosanitario, generando una reacción en cadena en los últimos años.
La mayoría de las ONG están inmersas en un profundo proceso de transformación
'a veces cainita- en el que da la sensación que los criterios de rentabilidad dejan de
lado su componente social. Muchas de ellas han asumido la función de ser gestoras
de servicios públicos 'se han acomodado en esta función- y, en algunos casos, se han
convertido en la plataforma de entrada de las empresas privadas en las licitaciones
públicas. Otras han desaparecido y algunas subsisten, en gran medida, gracias al
voluntariado. La administración debe velar porque se mantenga el pluralismo en los
servicios o responsabilizarse de las consecuencias que conlleva apostar, especialmente
en el ámbito de las adicciones, por un modelo único para el tratamiento. Transparencia
y calidad son básicas para construir el futuro del Tercer Sector, especialmente en el
ámbito de las adicciones. Y quizás, uno de los principales retos pendientes es que las
organizaciones redefinan su relación con la sociedad civil organizada. Tienen que ser
capaces de transmitir a la ciudadanía activa el valor añadido que aportan para ser
reconocidas como agentes socialmente relevantes.
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