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Among the famous illustrators who provide an inconditional support to the rebel cause, there is Antonio de Lara, also known as Tono. He represented the Art-Deco movement in the 20s; over time his art becam simpler under cubist, surrealist, dadaist or constructivist influences. His style was from then on easily identifiable, mostly for the geometric drawing of his cartoon characters but also trough the absurd situations reminiscent of the English nonsense tradition, introduced in Spain by Ramón Gómez de la Serna. Tono, in France when the Civil War broke out, decided to cross the border in order to join the self-proclaimed “nationalists”, giving up his traditional apolisticism. He played an important part in emblematic magazines such as Vértice or La Ametralladora. In 1938, he published a book called 100 tonerias in which he collected one hundred cartoons. Most of them caricature the enemies with a number of characters who, like a comic, end up building an original universe with its own code and who are an efficient vehicle of propaganda. Entre los dibujantes de renombre que prestan un apoyo incondicional a la causa de los rebeldes, figura Antonio de Lara, más conocido bajo el seudónimo de Tono. Exponente del art-déco en los años veinte, su arte, al nutrirse de influencias cubistas, surrealistas, dadaístas o constructivistas, va simplificándose. Su estilo es de ahora en adelante fácilmente reconocible, ante todo por el trazo geométrico de sus personajes y por lo absurdo de las situaciones en las que se encuentran, las cuales recuerdan el sinsentido inglés, aclimatado en España por Ramón Gómez de la Serna. Tono, que se encuentra en Francia al estallar la Guerra Civil, decide cruzar la frontera para ponerse al servicio de los autoproclamados «nacionales», renunciando en sus dibujos al apoliticismo que lo había caracterizado. Tiene un papel importante en revistas emblemáticas tales como Vértice o La Ametralladora. En 1938, publica un librito titulado 100 tonerías que reúne cien viñetas. La mayor parte de ellas caricaturiza al bando contrario con una galería de personajes que, a la manera de un tebeo, acaban por construir un universo con sus códigos particulares y que son un vector eficaz de propaganda.
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