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La excavación del yacimiento de La Vital proporciona una oportunidad única para revisitar tanto el marco cronológico del llamado Horizonte Campaniforme de Transición (Bernabeu, 1984), como el inicio de la metalurgia en las comarcas centrales del País Valenciano, en concreto, y en el Sureste peninsular, en general. Antes que nada, sorprende que toda la atención prestada a la cronología radiocarbónica ligada a la introducción de la economía agropecuaria en el Mediterráneo Occidental (Zilhão, 1999; Bernabeu et al., 2003) se vaya diluyendo, sin aparente motivo, a lo largo del desarrollo del Neolítico. Así, las pertinentes discusiones sobre el efecto de la “madera vieja” (Schiffer, 1986) y la, consiguiente, selección de las muestras, descartando aquellas que no fueron realizadas sobre materiales de vida corta se dejan en un segundo plano para plantear discusiones genéricas sobre la pertinencia, o no, de la secuencia regional propuesta (López, 2006). Se da, así, la paradoja de que una de las herramientas fundamentales para conocer el devenir de los procesos históricos, cual es el factor temporal, parece dejar paso al estudio de la cultura material en un sentido amplio; por ello, aun cuando se tengan en cuenta aspectos como el tamaño, la forma o la ubicación de los yacimientos, la secuencia se ha establecido dando por supuesto que las bases cronológicas con que contamos son más que sólidas.The excavation La Vital provides a unique opportunity to revisit both the chronological framework of the so-called Bell Beaker Transition Horizon (Bernabeu, 1984) and the beginning of metallurgy in the central regions of the Valencian region, in particular, and in the Southeast of the Iberian peninsula, in general. First of all, it is surprising that all the attention paid to the radiocarbon chronology linked to the introduction of the agricultural economy in the Western Mediterranean (Zilhaõ, 1999; Bernabeu et al., 2003) is diluted, for no apparent reason, in later Neolithic periods. Thus, the relevant discussions on the effect of "old wood" (Schiffer, 1986) and the consequent selection of samples, excluding those that were not made on short-lived materials, are left in the background to raise general discussions on the relevance or otherwise of the proposed regional sequence (López, 2006). There is thus the paradox that one of the fundamental tools for knowing the evolution of historical processes, which is the temporal factor, seems to give way to the study of material culture in a broad sense. Therefore, even when aspects such as the size, shape or location of the deposits are taken into account, the sequence has been established assuming that the chronological bases with which we count are more than solid.
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