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A lo largo del siglo XVIII se llevaron a cabo por la dinastía borbónica una serie de reformas que persiguieron la racionalización y la eficacia en la gestión económica de la Hacienda real y de las Haciendas locales. Especialmente, las que se implantaron en el reinado de Carlos III, persiguieron, entre otros objetivos, acabar con la deuda histórica de los ayuntamientos y controlar, desde las nuevas instituciones centrales, la actuación de los municipios en materia económica. Para ello, una de estas medidas fue la creación de los Reglamentos de Propios y Arbitrios, concebidos como presupuestos anuales que actuaban como límite legal. Su redacción, su aprobación y su implantación en la capital del reino de Valencia y en las dos capitales de gobernación más grandes de la provincia, Xàtiva y Alzira, son objeto de análisis en este estudio. Los acontecimientos que, en menos de cincuenta años después, se producirían y que iniciarían la transformación política de las instituciones centrales y locales impiden poder hacer un diagnóstico de fracaso o éxito de estas reformas económicas.
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