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El ciclo de la Pasión de Cristo ha sido, si no el que más, uno de los temas con mayor representatividad a lo largo de la historia de las imágenes. Desde la Santa Cena hasta la Ascensión, los episodios del tormento del nazareno se han ido plasmando en la gran mayoría de los soportes pictóricos y escultóricos, convirtiéndose de esta manera en referentes visuales para toda la sociedad. De entre todos ellos, sin embargo, hay que señalar por su gran significado el tema de la Anástasis, la bajada a los infiernos de Cristo y su posterior resurrección, efectuada tras la liberación de los patriarcas del Limbo. Con un alcance y trascendencia tan remarcable, puesto que la Anástasis subraya la victoria de Cristo sobre la muerte, no es de extrañar que rápidamente se codificase y se difundiese la imagen del Salvador rescatando a los padres del Antiguo Testamento de las fauces del Tártaro. Sin embargo, no es el descenso ni la liberación de los ancianos el tema de este trabajo, sino el momento que precede al traslado de estos al Paraíso, cuando los patriarcas piden a Cristo ver y reverenciar su cuerpo en la cruz. Esta curiosa petición dio a luz un tipo iconográfico de gran singularidad pero con escasa representatividad y exiguo alcance, pues hasta ahora únicamente se ha detectado en el transcurso del siglo XV y circunscrito al ámbito de la Corona de Aragón. No obstante, antes de centrarnos en las representaciones de la veneración de la cruz por parte de los patriarcas, también conocido como Calvario de la Redención, emprenderemos el análisis de las fuentes que dieron lugar a la aparición del mismo.
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