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Ibáñez Roselló, Blanca
Roselló Ferrando, Juan Vicente (dir.); Pérez Calatayud, José (dir.) Departament de Fisiologia |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2017 | |
En el presente trabajo se ha realizado un análisis de riesgo de dos modalidades de tratamiento radioterápico de piel, la braquiterapia electrónica (eBT) y la irradiación total de la piel con electrones (TSEI). Paralelamente, se ha hecho un estudio de blindajes para la unidad de tratamiento de eBT.
El trabajo se ha dividido en 4 capítulos. El capítulo 1 resume las principales ventajas de las técnicas de tratamiento del cáncer de piel no melanoma que se utilizan actualmente en radioterapia, contextualizando la implantación de la eBT. También se expone el tratamiento de la micosis fungoide en radioterapia, enfermedad que afecta a toda la superficie corporal del paciente, para la cual, la TSEI es la técnica de tratamiento más extendida.
En el capítulo 2 se presenta la unidad de eBT Esteya® (Elekta) y se estudian los requisitos de protección radiológica pertinentes para esta unidad.
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En el presente trabajo se ha realizado un análisis de riesgo de dos modalidades de tratamiento radioterápico de piel, la braquiterapia electrónica (eBT) y la irradiación total de la piel con electrones (TSEI). Paralelamente, se ha hecho un estudio de blindajes para la unidad de tratamiento de eBT.
El trabajo se ha dividido en 4 capítulos. El capítulo 1 resume las principales ventajas de las técnicas de tratamiento del cáncer de piel no melanoma que se utilizan actualmente en radioterapia, contextualizando la implantación de la eBT. También se expone el tratamiento de la micosis fungoide en radioterapia, enfermedad que afecta a toda la superficie corporal del paciente, para la cual, la TSEI es la técnica de tratamiento más extendida.
En el capítulo 2 se presenta la unidad de eBT Esteya® (Elekta) y se estudian los requisitos de protección radiológica pertinentes para esta unidad.
Se midieron experimentalmente las tasas de dosis equivalente debida a la radiación secundaria (radiación dispersa y fugas). Para diferentes distancias respecto a la superficie del aplicador. Para medir la radiación secundaria, el paciente fue simulado a través de material sólido equivalente al agua de 9 cm de espesor. Mientras que la fuga se evaluó fijando un plomo de 2 cm de grosor a la salida del haz de radiación.
El blindaje de la habitación se estimó siguiendo las directrices americanas, concretamente la NCRP 147 (NCRP, 2004), y europeas, como son la guía española 5.11 por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) (CSN, 1990) y la metodología propuesta por Martin y Sutton (Martin, 2015; Martin et al., 2014; Sutton et al., 2012) aplicada en Reino Unido También se estimó la dosis equivalente profunda absorbida por un acompañante que permaneciese en la sala de tratamiento con el paciente durante todas las fracciones. No obstante, esta actuación debe estar justificada desde el punto de vista de la protección radiológica, siendo valorada antes la opción de inmovilizar al paciente por medios mecánicos o clínicos, si así lo requiere. Finalmente, se realizó un resumen de las regulaciones en materia de protección radiológica que afectan a los sistemas de eBT, entre los que se encuentra Esteya.
La tasa de dosis equivalente debida a la radiación secundaria oscila entre 17 mSv / h a 0.25 m de distancia de la fuente de rayos X a 0.1 mSv / h a 2.5 m. El blindaje de la habitación para todas las barreras consideradas fue inferior a 2 mmPb, lo que facilita su integración en estancias de escaso blindaje, como salas de diagnóstico de rayos X convencionales. La dosis profunda a un a un acompañante situado a 0.5 m del paciente es inferior a 2 mSv después del tratamiento completo de 42 Gy en 6 fracciones, por lo que se recomienda el uso de otros dispositivos protectores para el acompañante.
Como resultado del estudio de protección radiológica de Esteya, se comprobó que los requisitos de blindaje para la sala de tratamiento que albergue a este equipo son mínimos, lo que facilita su integración en las salas de rayos X convencionales.
Para este mismo equipo, Esteya, se planteó la necesidad de realizar un análisis de riesgo de su proceso de tratamiento, dada la reciente aplicación de esta técnica a la radioterapia.
Así, en el capítulo 3, se expone la filosofía del análisis de riesgo y la motivación que ha derivado en su aplicación a la radioterapia. También se presenta la metodológica del TG-100, detallando cada una de sus fases.
Este método consiste en formar un equipo multidisciplinar constituido por personal familiarizado con el proceso de tratamiento. El equipo debe desarrollar un mapa de procesos (PM) en el que se esquematicen las etapas que recorre el paciente durante el tratamiento, desde que el pacientes derivado a este servicio hasta que concluye su tratamiento en él. Una vez determinadas las etapas y los pasos en los que se divide cada etapa, se proponen modos de fallo potenciales (FMs). Para cada uno de estos FMs, se evalúa su ocurrencia (O), gravedad (S) y falta de detección (D), siguiendo la escala de valoración propuesta por el TG-100. En esta primera evaluación no se tienen en cuenta las herramientas de gestión de la calidad (protocolos de actuación, controles de calidad, revisiones, etc.), como si no existieran barreras que evitaran o detectaran los fallos producidos. Tras esto, se elabora una lista de las herramientas existentes, que se están implementando actualmente en la instalación y se repite la evaluación considerando su influencia sobre los FMs. Finalmente los FMs se clasifican en función de su número de prioridad de riesgo (RPN) y se proponen nuevas herramientas de gestión para evitar los de mayor valor, ya que son los que entrañan mayor riesgo. También se revisan los FMs de mayor S para asegurar la existencia de herramientas de gestión que garanticen un RPN bajo en su caso.
En el apartado 3.2 del capítulo 3 se expone la aplicación del análisis de riesgo al tratamiento de lesiones de piel mediante Esteya. El proceso de tratamiento mediante Esteya se dividió en cuatro etapas y un total de 26 pasos. En él se identificaron 146 FMs, de los cuales 106 tenían un valor de RPN ≥ 50 y 30 tenían S ≥ 7. Tras la consideración de las herramientas de gestión de la calidad actualmente existentes en la instalación, sólo 21 FM tenían RPN ≥ 50.
El análisis puso de manifiesto la importancia de asegurar el contacto entre el aplicador y la superficie de la piel del paciente, por lo que se propuso que el montaje de tratamiento fuese revisado por un segundo especialista en cada sesión y se estableció la realización de un control de calidad periódico para asegurar la estabilidad de la presión realizada por el aplicador.
Este mismo análisis mostró la relevancia de una herramienta fundamental para la aplicación del tratamiento, que es la plantilla simple de posicionamiento reproducible de los aplicadores, que facilita el marcado de la zona de tratamiento y del posicionamiento del tubo, mediante dos circunferencias concéntricas (Rodriguez et al., 2016).
En el apartado 3.3 del capítulo 3 se expone la aplicación del análisis de riesgo al tratamiento de la micosis fungoide mediante la TSEI. La TSEI es una técnica radioterápica que irradiar la superficie corporal completa mediante electrones, garantizando el tratamiento de la piel del paciente hasta una profundidad de 8 mm. Este tratamiento requiere unas condiciones técnicas y dosimétricas muy estrictas, que implican la implementación de múltiples controles. Por ello, con el objetivo de establecer un nivel adecuado de calidad en el tratamiento, se vio conveniente la realización de un análisis de riesgo del mismo.
La TSEI se esquematizó en 12 etapas que daban lugar a un total de 75 pasos. En estos se identificaron 361 FMs, de los cuales 103 tenían un RPN ≥ 80 y 41 tenían un S≥ 8. Tras considerar las herramientas de gestión de la calidad, los FMs se reevaluaron y solo 30 tuvieron un RPN ≥ 80, los cuales fueron analizados en profundidad.
El estudio de estos 30 FMs reveló que los sucesos de mayor riesgo eran los que estaban relacionados con la colocación de la pantalla difusora respecto a la posición del paciente. Por ello se propusieron nuevas herramientas que permitían facilitar el montaje de tratamiento.
Como conclusión, se puede afirmar que ambos análisis de riesgo permitieron mejorar el programa de garantía de calidad de las instalaciones, por medio del establecimiento de nuevas herramientas de gestión. No obstante, la implementación clínica del proceso revela nuevos FMs constantemente, por lo que es necesaria una actualización periódica del FMEA de los procesos estudiados.
Finalmente, el capítulo 4 expone las conclusiones en forma de discusión general.
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