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Pérez Martínez, Ana
Chóliz Montañés, Mariano (dir.) Departament de Psicologia Bàsica |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2017 | |
La formación de los menores, en el sentido más amplio, requiere de una tarea compartida entre los distintos agentes sociales. La corresponsabilidad escuela/familia es incuestionable, por ser ambas instituciones los principales contextos de socialización. En esta línea, proponer medidas que acerquen a docentes y progenitores constituye una herramienta de coherencia educativa que redunda en la educación integral del alumnado.
Así las cosas, no es sólo en el currículum donde hay que centrar los esfuerzos de mejora: hay que involucrar a la comunidad en su conjunto. Se busca incrementar el capital social, empezando por la familia. Parafraseando a Bolivar, debemos conectar las acciones educativas escolares con las que tienen lugar fuera del centro escolar y, muy especialmente, en la familia. Asumir aisladamente la tarea educativa, ante la falta de vínculos de articulación entre familia, escu...
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La formación de los menores, en el sentido más amplio, requiere de una tarea compartida entre los distintos agentes sociales. La corresponsabilidad escuela/familia es incuestionable, por ser ambas instituciones los principales contextos de socialización. En esta línea, proponer medidas que acerquen a docentes y progenitores constituye una herramienta de coherencia educativa que redunda en la educación integral del alumnado.
Así las cosas, no es sólo en el currículum donde hay que centrar los esfuerzos de mejora: hay que involucrar a la comunidad en su conjunto. Se busca incrementar el capital social, empezando por la familia. Parafraseando a Bolivar, debemos conectar las acciones educativas escolares con las que tienen lugar fuera del centro escolar y, muy especialmente, en la familia. Asumir aisladamente la tarea educativa, ante la falta de vínculos de articulación entre familia, escuela y medios de comunicación, es una fuente de tensiones y desmoralización docente.
Una de las estrategias para propiciar la necesaria colaboración entre el ámbito familiar y escolar es la escuela de padres pues, llevada a cabo con rigor, puede contribuir a aunar esfuerzos cara a un objetivo común: la calidad de la enseñanza tanto en términos académicos como educativos.
Los contenidos tratados en la presente escuela de padres guardan relación con el estilo educativo que prima en el entorno familiar, profundizando en la necesidad de crecer con normas firmes y razonables, en el clima afectivo/comunicativo que predomina en el hogar, en rasgos propios del adolescente y en ciertas características de las tecnologías de la información y comunicación. Estos constituyen la base para poder desarrollar cualquier actividad de prevención de conductas de riesgo, en este caso, problemas derivados del mal uso de las tecnologías, con especial atención a la adicción y el ciberacoso.
Los principales objetivos del estudio han sido los siguientes:
• Promover la inquietud por mejorar las competencias parentales en la educación de los hijos.
• Crear un espacio de reflexión sobre la educación que ofrecemos a nuestros hijos, incidiendo, fundamentalmente, en la importancia de la disciplina y de la comunicación intrafamiliar en un mundo cada vez más tecnológico.
• Poner en práctica la escuela de padres diseñada y comprobar su eficacia respecto al uso responsable de las tecnologías por parte de niños y adolescentes a través del análisis de los datos recabados entre la población diana.
• Elaboración de un cuestionario que evalúe la información y el control que tienen los padres sobre el uso de las TIC por parte de sus hijos.
Si bien el propósito fundamental es incidir en la prevención de las adicciones tecnológicas en la población adolescente, se incluyen algunos contenidos generales referentes al ciberacoso dado que buena parte de las pautas educativas ofrecidas a los padres son útiles cara a la prevención de ambas problemáticas.
Algunas de las líneas de investigación que se sugieren con el objeto de profundizar sobre las mismas son
• Necesidad de contar con una definición operativa y consensuada respecto a las adicciones tecnológicas. No solo en lo referente al nombre que designaría de manera más adecuada este trastorno (así, se ha hablado de uso compulsivo de Internet, dependencia tecnológica, adicción tecnológica, uso problemático de la red, falta de control de impulsos…), sino también a la existencia inequívoca de una patología que reúne una serie de criterios diagnósticos definitorios de la adicción. El DSM-5 plantea un importante avance al incluir el trastorno por videojuegos en su sección III (categoría que requiere mayor investigación); sin embargo no incorpora otras adicciones relacionadas con el uso de Internet por considerar que aún no existe suficiente evidencia científica.
• En el caso de la adolescencia, el móvil merece una mención particular pues adquiere unas connotaciones especiales para la población que nos ocupa: autonomía, prestigio, identidad, vehículo de sus relaciones sociales y afectivas, fuente de ocio y entretenimiento… se trata de una categoría de adicción en permanente cambio, tanto en cuanto lo están las prestaciones tecnológicas que el dispositivo ofrece. En este sentido, y teniendo en cuenta que su uso se ha extendido progresivamente a edades cada vez más tempranas, es necesario ahondar en los factores de riesgo asociados al uso del móvil y desarrollar programas de prevención que intenten mitigarlos.
• Sería muy interesante generar un registro común que facilite el seguimiento de los casos que han solicitado ayuda profesional como consecuencia de un mal uso de las TIC, teniendo en cuenta variables como dónde se ha registrado la demanda, motivo de la solicitud y tipo de intervención realizada… Además de facilitar un registro que permitiera cuantificar la problemática real a la que nos enfrentamos, contribuiría a desarrollar y validar protocolos de tratamiento específicos para adicciones tecnológicas y facilitaría un mejor conocimiento de los factores de riesgo que están en la base de las mismas.
• Los frecuentes encuentros con padres de adolescentes nos permiten confirmar que entre sus principales inquietudes, cuando se trata el buen uso de las TIC, no se encuentra el potencial riesgo de adicción que tiene Internet. Ello obliga a tener muy presente este colectivo con el objetivo de crear mayor conciencia y fomentar factores de protección.
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