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Entre las metas para la educación en Iberoamérica, la Meta específica 14 persigue algo tan esencial como "Potenciar la educación en valores para una ciudadanía democrática activa ". Es decir, aquella capaz de participar en la solución de los problemas. La preparación para una construcción participativa de un futuro sostenible -haciendo frente a la actual situación de auténtica emergencia planetaria (Duarte, 2006; Sachs, 2008)- ha de constituir una competencia básica, que debe ser recogida explícita y destacadamente en los objetivos, programas de acción y mecanismos de seguimiento y evaluación de las "Metas 2021". Nuestra comunicación persigue, en primer lugar, fundamentar y hacer comprender el carácter prioritario de la educación para la sostenibilidad, concepto que constituye (Bybee, 1991): "la idea central unificadora más necesaria en este momento de la historia de la Humanidad". Idea central que se apoya en el estudio global de los problemas, el análisis de sus causas y el diseño y puesta en práctica de medidas correctoras (Vilches, Macías y Gil Pérez, 2009). Pero comprender resulta insuficiente para romper con hábitos fuertemente arraigados y lograr la implicación decidida y permanente de la ciudadanía. Nos referiremos aquí, en cambio, a la necesidad de establecer compromisos de acción para empezar a poner en práctica algunas de las medidas concebidas y realizar el seguimiento de resultados obtenidos. Estas acciones debidamente evaluadas se convierten en el mejor procedimiento para una comprensión profunda de los retos y en un impulso para nuevos compromisos con el cambio cultural que suponen los comportamientos sostenibles (Worldwatch Institute, 2010).
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