|
La proclamación por Naciones Unidas de 2012 como Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos no constituye una conmemoración más, sino que expresa e impulsa un hecho auténticamente revolucionario y de gran trascendencia, tanto para el conjunto de la ciudadanía como para la comunidad científica: la transición desde las energías no renovables y contaminantes a la energía sostenible. Ello se pone ya en evidencia en las motivaciones y denominación de este año internacional. En la Resolución 65/151, aprobada el 20 de diciembre de 2010 [1], la Asamblea General se declara "Preocupada porque, en los países en desarrollo, más de tres mil millones de personas dependen de la biomasa adicional para cocinar y como fuente de calefacción, porque mil quinientos millones de personas carecen de electricidad y porque millones de pobres no pueden pagar estos servicios energéticos modernos, incluso si están disponibles". Sin embargo, esta gravísima situación, que afecta muy negativamente al nivel de vida de miles de millones de personas, no ha llevado a proclamar un Año Internacional de la Energía para Todos, sino de la Energía Sostenible para Todos. No se ha cedido, pues, a la urgencia del problema con un "todo vale", con una llamada genérica a incrementar el acceso a cualquier recurso energético.
|