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La trombosis venosa es una enfermedad multifactorial, originada por una suma de factores endógenos que predisponen al evento trombótico bajo la influencia de una exposición a factores exógenos. Dicha predisposición engloba factores de riesgo adquiridos que provocan en el individuo una disminución de su capacidad para enfrentarse a las alteraciones normales de la hemostasia, producto de la edad, dislipemias, diabetes, embarazo o puerperio, inmovilizaciones, intervenciones quirúrgicas, uso de píldoras anticonceptivas, tratamientos hormonales, etc. Además, se han identificado diferentes factores de riesgo genéticos, tales como las mutaciones factor V Leiden y protrombina G20210A, y el déficit de diversas proteínas con función anticoagulante, como es el déficit de antitrombina (AT), proteína C (PC), proteína S (PS), hiperhomocisteinemia, disfibrinogenemias e hipo- o displasminogenemias, que aumentan en mayor o menor medida el riesgo de trombosis. Sin embargo, todas estas deficiencias, por sí solas, no consiguen explicar más que alrededor de un 50% de los casos de trombosis, de forma que es posible la existencia de mutaciones o alteraciones en alguno de los componentes del sistema hemostático todavía desconocidos, que por sí solas o sumadas a otras alteraciones, nos permitan explicar mejor el evento trombótico.
El sistema de la proteína C (PC) es esencial para la regulación de la coagulación y para la prevención de trombosis venosas y arteriales. De hecho, casi la mitad de todas las causas conocidas de trombofilia están asociadas a una alteración hereditaria o adquirida de la vía de la proteína C tales como deficiencias de PC, proteína S (PS) o resistencia a la proteína C activada (APC). La vía de la PC se inicia cuando la trombina se une a su receptor localizado en la superficie de la célula endotelial, denominado trombomodulina. El complejo trombina-trombomodulina (T-TM) activa a la PC. La PC activada (APC), junto con su cofactor la proteína S, limita la amplificación y progresión de la cascada de la coagulación al inhibir proteolíticamente a los cofactores de la coagulación Va y VIIIa. Además, otro receptor, el receptor endotelial de la PC (EPCR), acelera la activación de la PC por el complejo T-TM.
Dado que estos dos receptores endoteliales son esenciales para la activación de la proteína C y consiguiente generación de APC, cualquier alteración disfuncional de los mismos puede reducir la generación de APC circulante. Puesto que una reducción de APC en la circulación es un riesgo independiente de trombosis venosa y arterial, el estudio funcional de los polimorfismos de estos dos receptores resulta esencial.
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